Os dejo una relfexión que me envió esta mañana un amigo que es Pastor.
“… Luego, cuando se sentaron juntos a la mesa, Jesús tomó el pan, dio gracias a Dios, lo partió y se lo dio. En aquel momento se les abrieron los ojos y lo recnocieron; pero él desapareció de sus vista…” (Lc. 24: 30,31)
Vivir la resurrección: Como demostración de fuerza y divinidad. Como seguridad de una vida más allá de la muerte. Como triunfo del Kerigma. Es posible vivirla de todas estas forformas si no perdemos de vista que es experiencia y acontecimiento fundamental. Pero se me antoja que, no obstante, la Resurrección va mucho más allá.
Jesús resucita y camina, camina largo. Se encuentra con los otros en el camino, seguramente desesperanzados, de vuelta a lo cotidiano. Sus ojos son velados; Jesús no quiere ser reconocido, no parece dispuesto a ninguna demostración de fuerza ni triunfalismos. Tampoco lo hizo antes. Solo les ha hablado Las Escrituras.
La noche se echa encima, su intención, aparentemente, es seguir el camino sólo, pero sus acompañantes le ruegan que se quede. La noche es peligrosa en soledad. Se sienta junto a ellos, coge el pan, da gracias, lo parte y lo reparte. ¡Ahora si!. ¡Es Él!. Y así, sin trompetas ni fanfarrias, sin explosiones sobrenaturales, desaparece.
¡Vive!.
Palabra y Sacramento son suficientes cuando se viven en la comunidad que acoge, sea quien sea el acogido, sin preguntar, solo acogida y servicio..."
“… Luego, cuando se sentaron juntos a la mesa, Jesús tomó el pan, dio gracias a Dios, lo partió y se lo dio. En aquel momento se les abrieron los ojos y lo recnocieron; pero él desapareció de sus vista…” (Lc. 24: 30,31)
Vivir la resurrección: Como demostración de fuerza y divinidad. Como seguridad de una vida más allá de la muerte. Como triunfo del Kerigma. Es posible vivirla de todas estas forformas si no perdemos de vista que es experiencia y acontecimiento fundamental. Pero se me antoja que, no obstante, la Resurrección va mucho más allá.
Jesús resucita y camina, camina largo. Se encuentra con los otros en el camino, seguramente desesperanzados, de vuelta a lo cotidiano. Sus ojos son velados; Jesús no quiere ser reconocido, no parece dispuesto a ninguna demostración de fuerza ni triunfalismos. Tampoco lo hizo antes. Solo les ha hablado Las Escrituras.
La noche se echa encima, su intención, aparentemente, es seguir el camino sólo, pero sus acompañantes le ruegan que se quede. La noche es peligrosa en soledad. Se sienta junto a ellos, coge el pan, da gracias, lo parte y lo reparte. ¡Ahora si!. ¡Es Él!. Y así, sin trompetas ni fanfarrias, sin explosiones sobrenaturales, desaparece.
¡Vive!.
Palabra y Sacramento son suficientes cuando se viven en la comunidad que acoge, sea quien sea el acogido, sin preguntar, solo acogida y servicio..."
2 beduinos en el desierto:
Amar por amar... Amar sin medida... Amar sin preguntar... Amar y, si es preciso, perdonar...
Este es el gran bien de la humanidad, la llave de sus experiencias más dichosas... pero nos la hemos de ganar, día a día...
Un placer que nos hayas hecho llegar esta reflexión.
Un gran abrazo.
Gracias a ti por leer tratando de entender.
Un abrazo.
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