Hace frío en esta tarde nostálgica, cada día atardece más temprano y el invierno llama a la puerta de un rezagado mes de noviembre que enmudece y tristemente deja marchar al otoño. Sentada en el porche de esta vieja casa contemplo las montañas desde mi hamaca; el sol languidece allá en el horizonte trazando la línea divisoria que separa el firmamento de esta tierra infértil. Un revoloteo fugaz a mí alrededor me hace girar la cabeza, pero no distingo nada nuevo en el paisaje, aún así presiento algo que no acabo de definir mientras las hojas del viejo sauce se dejan mecer por el viento que empieza a arreciar fuerte y raudo. Pierdo la vista entre su hojarasca que siempre me gustó por ser perenne, porque siempre estuvo allí y nunca sus hojas abandonaron este rincón, convertido hoy en el jardín de mis recuerdos. Y al instante revoloteando aparece ella, majestuosa y azul, esa extraña clase de mariposa que tan raramente se deja ver; la observo mientras una punzada de nostalgia atraviesa mi corazón, y como si el tiempo retrocediese cincuenta años, recreo aquel momento y puedo ver esa misma mariposa posarse en tu mano blanca e inmaculada. Ahora revivo el instante en que vergonzosa me escondía tras las faldas de mi madre aquella tarde de primavera mientras tendíamos las blancas sábanas. Y puedo verte a ti tras la valla con la mariposa azul sobre el dorso de tu mano, quieta e inmóvil como hipnotizada por tu presencia. Sin mediar palabra la lanzas al aire dejándola libre para revolotear por nuestras cabezas; yo la sigo con mi mirada hasta que se convierte en un diminuto punto azul que se difumina y funde en este cielo inmenso que lo envuelve todo. Me giro y compruebo que has desaparecido engendrando en mí una extraña curiosidad, te busco alrededor desviando miradas furtivas, pero parece que tomaste el sendero y ya debiste haber tomado la curva del sauce que linda con mi casa. Nerviosa me adentro en el sendero, pues la curiosidad me corroe; y justo cuando llego hasta el sauce oigo detrás de mí, por primera vez tu voz, serena y dulce:

- ¿Me buscabas? –preguntas convincente-

- ¿Yo?, no que va, solo he venido a ver como estaba mi sauce preferido –tartamudeo mientras mis mejillas se sonrojan y el calor parece que va a hacer estallar mi piel.

- Ya, pues qué pena, porque tú y yo podríamos ser muy buenos amigos.

- ¿Cómo te llamas? –te pregunto aún sonrojada.

- Daniel………. Aquel nombre pareció envolver todo el espacio, Daniel, me repetía mentalmente mientras se me antojaba que sonaba maravilloso con una fuerza omnipresente.

- ¿De dónde has salido? –pregunté curiosa.

- Soy nuevo en la cuidad, forastero me llaman algunos.

- Me gusta tu nombre, yo te llamaré siempre Daniel.

Ni que decir tiene que casi me enamoré al instante, primeramente de tus ojos color miel, de tu blanca y franca sonrisa, de tus cabellos castaños, para acabar locamente enamorada del conjunto que le daba una especial armonía a tu ser.

Los días, las semanas y los meses pasaban veloces escurriéndose entre nuestros dedos, sin casi oportunidad de retenerlos salvo por los nítidos recuerdos que aún hoy, después de tanto tiempo siguen vivos en mi interior, como guardados en un cofre de oro con tu nombre grabado a fuego. Ahora puedo sentir aquel regalo que me hiciste en mi once aniversario cuando por fin me regalaste un beso tierno y dulce sobre mis labios, aún puedo notar el escalofrío que recorrió mi espina dorsal al instante, el dulce néctar que de tus labios bebí inocentemente sin saber que iba a ser un veneno mortal para el resto de mi vida, y que aún hoy, el paso de los años no ha conseguido borrar de mi paladar; sigo venerando tu sabor, tu aliento, tu saliva al fundirse con la mía, tus brazos estrechando mis caderas, tus manos ofreciéndome el bálsamo de tus caricias, tus dedos jugueteando a enlazarse con los míos, y todo esto siempre escondidos tras nuestro amado sauce, aquel que vio nacer nuestro amor inocente, aquel que fue testigo de todas nuestras locuras pasionales, aquel que aún hoy sigue recordándome tu presencia en este lugar bendito.


Ruth: 04/08/10
Imagen: Google

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Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar de manera errónea, es mejor que no pensar....... HIPATIA DE ALEJANDRIA

GRACIAS JOSE ALFONSO

A Ruth Carlino (Viajando al desierto) .6 de Septiembre .Festividad de Ntra. Sra. de las Viñas .

"Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Se paga al nacer, peaje
y todo es peregrinaje,
cada cual con su bagaje
en pos del cierto accidente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Trenet de feria es la vida.
Bien a la vuelta o en la ida,
sobre raíles se olvida
que no es cierto lo aparente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Llega el otro y marcha el uno.
El de acá es más oportunoque el de allá,
no habiendo alguno.
Todo igual es diferente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Quién soy yo; por dónde voy;
cuál será mi destino hoy,
me pregunto, por qué estoy
si al estar, vivo en pendiente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente".

Jose Alfonso.
http://callejadelahoguera.blogspot.com/