No quiero perderme en la ausencia de tu presencia infinita cuando no te tengo; no qiuero perderme en el recuerdo de lo vivido cuando al final de mi sueño me golpea el látigo del olvido, no quiero dejarme llevar por el aroma que desprenden tus letras ni por la fragancia de tus palabras en mi oido. Pero aún queriendo evitarlo te haces presente en medio de mis abismos;
Escucho de lejos el eco de tus susurros de atardecer llamándme como las sirenas de Ulises, y aunque no quiera obedecer a esas extrañas influencias, aunque me niegue en rotundo a seguir tus pasos, mi voluntad flaquea, y la estrella que brilla allá a lo lejos sobre el horizonte me empuja, como el mósquito que sigue la luz infinita aún a sabiendas que moriré de nuevo antes de poder atisbar tu figura esbelta. No quiero pero no puedo evitarlo, esta es la condena por deambular entre las sombras, por tentar al juego inocente, por dejarme arrastrar por la melodía del flautista de Amelín, por seguir escuchándo aún cuando no quiero perderme...


Había una vez un sabio que vivía en la llanura de un valle a los pies del monté Kiptón. El valle resplandecía por su hermosura, en él se apreciaban los más bellos árboles frutales. Ni qué decir que el sabio se había convertido en vegetariano ya que solo se alimentaba de frutas y hojas silvestres. El valle era bordeado por el caudaloso afluente de un río importante.

Aquel hombre que a simple vista aparentaba más edad de la que verdaderamente tenía iba encorvado a causa de la artrosis que durante años se había apoderado de él. Vestido con su túnica se apoyaba en una larga rama que tóscamente había convertido en bastón. El sabio no siempre había vivido en el valle. De joven trabajó en una carpintería durante varios años. Pero un día decidió alejarse del mundanal ruido e ingresó en una comunidad de frailes. En pocos años de convirtió en abad de la congregación, cargo que ostentó hasta que se encontró mayor para tales tareas.

Una mañana, al alba, se levantó, recogió sus pocas pertenencias y partió hacia el valle que ahora habitaba. Se marchó de hurtadillas y a modo de despedida dejó una simple nota, ya que sabía que sus hermanos de comunidad no le dejarían marchar así como así y tampoco estaba dispuesto a dar muchas explicaciones, por otro lado, ninguna de las que tenía eran lógicas y defendibles, así que mejor marcharse antes de que nadie se lo pudiera impedir.

En el valle se encontraba feliz y decidió que allí esperaría su muerte en paz. Pero a menudo se entristecía porque desde allí poco podía hacer por cumplir su gran misión de sabio. Echaba de menos que la gente acudiera a él en busca de consejos prácticos o espirituales. Desde allí solo podía hablar con un sinfín de animales que se paseaban a sus anchas por los matorrales, o con las aves que anidaban en los árboles. Le gustaba conversar con ellos, incluso con los vegetales, pero a pesar de ello, le faltaba algo, ese algo vital que siempre había constituido el motor de energía para su vida cotidiana, el sentirse útil, fuese de la forma que fuese.

Aquella mañana se sentó en la gran roca que había cerca de la puerta de su choza, cabizbajo se repetía a sí mismo: “Piensa hombre, que para eso eres sabio. Algo habrá que puedas hacer sin tener que abandonar tu preciado paraíso”. Como única respuesta el murmullo del río, que con fuerza bramaba dejando sonar ese eco de agua fresca que humedecía el ambiente. Fue en aquel preciso instante, mientras el olor a hojarasca húmeda penetraba en sus sentidos cuando se le ocurrió aquella descabellada idea que catalogó de genial. Empezó a imaginar el recorrido del río e indudablemente llegó a la conclusión de que en algún momento llegaría al mar, a la costa, a las personas. Además traía la fuerza suficiente como para arrastrarle a él mismo. Durante unos instantes, pensativo se rascó la barba descuidada. “ !Eureka! -gritó al fin. Cada día escribiré un mensaje a modo de pauta o consejo que lanzaré en una botella al río” Tardó unos diez segundos en caer en la cuenta de que no poseía ni una única botella. Pero aquello en vez de desanimarle hizo que se aferrase más a su idea. Después de barajar varias posibilidades dio con la solución a su problema. Buscaría ramas pequeñas pero gruesas y con sus conocimientos de carpintería elaboraría canutillos. La idea era perforar las ramas hasta hacer un agujero fino pero lo bastante profundo como para introducir el papelito y protegerlo del agua.

De esto modo al día siguiente escribió su primera cita, la depositó dentro de una rama y la lanzó al río, esperanzado con que alguien la encontrase y preguntándose cuanto tiempo permanecería sumergida en el agua. “Quizá nunca la encuentren –se decía en voz baja, pero la voz de la esperanza gritaba con júbilo: Solo con que encuentren una y sirva a la persona que la obtenga, todo esfuerzo habrá merecido la pena.

Aquello se convirtió en un ritual, la primera acción del día, y cada tarde con sumo cariño el sabio preparaba la ramita que serviría de canutillo para el día siguiente…..



Hoy te vi por primera vez, moviéndote tras una pantalla de móvil. Extraña sensación al escuchar el eco de tu corazón latiendo fuertemente, al verte; asomborso ver tu silueta definida, tu minúsculo cuerpo ya con vida, tus extremidades acabándose de formar, y tu pelo, cosa que me sorprendió más que nada, quizá sólo fuera una sombra, y mi imaginación quiso jugar a dibujarte el pelo y unas orejas puntiagudas tipo elfo, a lo cuál pregunté ¿vamos a tener un elfo??? cosa que a tu madre no le hizo ninguna gracia, pero seguro que tú sí te reíste de la broma, espero tengas buen sentido del humor.

Aquí todos nos morimos por saber si serás niño o niña, en caso masculino ya tienes el nombre adjudicado, seguro que lo has oído muchas veces ya, te llamaremos Iker, a ver si el día 25 de una vez nos muestras tu identidad.

Te esperamos para finales de primavera, con mucha ilusión y ganas de tenerte en brazos, de escucharte berrear, de que nos hagas pucheros, y de ver por fin tu cara que seguro, seguro, será preciosa.



Lo volviste a hacer una vez más, esa extraña sensación de darle vueltas a la noria de coral, de empujarla con la mano para que corra más deprisa, sin dejar que sea el propio tiempo quien la ponga en movimiento en su justo momento. Y ahí está de nuevo la niña chiquita del vestido color de rosa, con su frágil inocencia creyendo que puede manejar el universo a su antojo, forzando cada momento y sumergiéndose en él hasta creerlo realidad; y una vez más tropieza con esas piedras de colores que ella misma pinta, en las cuales cree y pone toda su fe, incluso les da nombres y cree que realmente algún día tomarán vida propia, cuando las piedras sólo son piedras y en muchas ocasiones sólo trazos en los que tropezar para posteriormente caer.
¿Pero qué esperabas?, ¿por qué no aprendes de los errores del pasado? ¿por qué vuelves a pintar piedras? No es que la vida te las ponga por delante, es tu predilección por ellas. Siempre dijimos, pequeña niña, que las caídas nos ayudaban a madurar, pero por mucho que me lo niegues, por muchos esfuerzos de autoconvencimiento que te hagas y me hagas, siempre vuelves a tener escondidas e intactas esas esperanzas e ilusiones para con las dichosas piedras, y en cuanto aparece una nueva te vuelcas a por ella sin escudo ni protección, sin armadura ni disfraz, y una vez más, sin intentar protegerte, creyendo que esa piedra es única, especial, pero en realidad es como todas las demás, no existen las piedras especiales, ni tú misma eres una de ellas, porque si lo fueras no actuarías de un modo tan irracional.

Y ahora vuelves ante mí, cansada y ojerosa, con tu vestido de color de rosa manchado de barro y las lágrimas deslizándose por tu rostro, y una vez más te veo arrodillada en el suelo flagelándote por la inevitable caída; ¿Y qué se supone que tengo que hacer? Lo de siempre, lo sé………….




El frío adiós del andén, me dejó tirada en la cuneta del todo que me habías entregado justo antes de marcharte. Mi cuerpo, evaporado momentáneamente parecía desviarse en un vertiginoso ascenso, el cual carecía de control, mientras perdía del todo la consciencia del ser enterrado entre los raíles de aquella perdida estación desde la que te vi partir. Temblaron mis piernas mientras me dejaba caer sobre uno de quellos fríos bancos de hierro, temblaron como si no existiese suelo que pisar, como siendo engullida por arenas movedizas. Y aún estando presente, con el corazón encogido y el nudo en la garganta, aún así, sentía en aquellos primeros instantes como si el triste adiós no fuera conmigo, como si no fuera yo la que estaba allí plantada muerta de frío frente al umbral de aquellos caminos de hierro que te llevaban tan lejos.

Y ahora que el transcurso de los años parece haber maquillado el dolor de tu ausencia, ahora que mi sonrisa de gps parece eclipsar a quien gusta contemplarla, ahora sé a ciencia cierta, que el tiempo no lo cura todo por mucho que se diga, y que aquel día te llevaste contigo parte de mi corazón en un viaje de ida sin retorno, donde no vale pagar billete para ir en su busca, donde olvidaste devolvérmelo a vuelta de correo certificado; simplemente te quedaste con algo que ya no te pertenecía o quizá sí, por muchos intentos que yo haga.

El sol dejó de ser eclipsado por la luna, el amarillo dejó de ser atraído por el azul, el día dejó de ser resguardado por la noche, la vida dejó paso a la muerte, mientras el agua salada se lleva tras de sí, el corazón dibujado en la arena en aquella playa en una fría tarde de invierno.


Imposible sin ti.
Nada sin ti.
Mirando a través de ti,
continuamente en ti y contigo,
viviendo en ti.
Respirándote a ti ,
alimentándome de ti,
caminando hacia ti.
Todo a través de ti,
renaciendo de ti,
añorándote a ti,
continuamente sin ti.
Muriendo en ti, sin ti.
Siempre sin ti ...
y así en un continuo que jamás empieza ni acaba.



Cae la noche y pienso en ti
sumergida en el océano que nos separa
sigo pensando en ti.
Te acomodo entre mis sueños y fantasías
y sigo pensando en ti;
desnuda, sobre mi cama, arropada,
sigo pensando en ti.
Te invito con mi pensamiento a desnudar a la noche
juntos, asidos fuertemente de la mano,
a entrar en ese mundo donde todo es posible,
nuestro mundo, nuestro universo,
y todo ello sin dejar de pensar en ti.
Suena el despertador, vuelvo a la realidad
pero no dejo de pensar en ti;
ni un momento, ni un instante, ni un segundo,
dejo de pensar en ti.


Una vez más se demuestra como la incoherencia y la desvergüenza es la nota predominante que legisla en la Comunidad Valenciana, donde se da más importancia al lujo y las actividades de élite, que a los recursos necesarios e imprescindibles de la Comunidad. Donde hay personas que parecen son tratadas por parte del gobierno autónomico, como ciudadanos de segunda o de tercera categoría. Dónde hay dinero para la Fórmula1, para la América`s Cup, para que venga Madonna, el James Bond o el propio Papa, pero no hay dinero para mantener un Centro Ocupacional de Discapacitados Psíquicos.

Me es lamentable comunicaros que si en breve no llega el dinero de las subvenciones pactadas con la Generalitat Valenciana, el Centro Ocupacional de discapacitados psíquicos La Costera-La Canal de Xàtiva, cerrará sus puertas el próximo 1/1/2010, dejando a todos sus empleados en el paro y a setenta y cinco usuarios en la calle, personas que encuentran en el Centro Ocupacional un lugar de encuentro, de comunidad, de aprendizaje continuo, personas que por el hecho de ser discapacitadas psíquicas carecen de oportunidades efectivas en las que desarrollarse individual y colectivamente, y que dicho Centro trata de paliar. Usuarios que ante todo merecen un lugar propio y común donde aprendan a aceptar sus limitaciones y a superar las barreras que esta sociedad les impone por costumbre. Usuarios que se sienten útiles para la sociedad aportando su trabajo diariamente en el Centro Ocupacional; pero parece ser, que esto no importa tanto al gobierno de Camps, para ellos quizá sea más satisfactorio ver a Alonso y Cia dando vueltecitas por la Capital, o a cuatro barcos compitiendo en aguas valencianas.

Pero pese a quien le pese este Centro no se encuentra solo ni aislado, pertenece a COPAVA (Coordinadora de Centros Ocupacionales de la Comunidad Valenciana), y todos ellos se encuentran desafortunadamente ante la misma situación; desde Octubre está sobreviviendo y manteniendo las instalaciones y servicios sin recibir un céntimo de la Consellería de Benestar Social, dramática situación para un Centro, unos profesionales y unos usuarios que no pueden seguir subsistiendo en estas condiciones.

A todos aquellos que vivan en Valencia o alrededores, y quieran solidarizarse con estos usuarios, con sus familias, con la asociación ASPROMIVISE y con los empleados de dicho Centro, os invitamos a reuniros con nosotros el próximo 18/12/09, en la Plaza Manises (frente al Consell), en Valencia, a las 11.30 de la mañana.


Mientras escribo estas líneas pienso en todas esas mujeres que sufren por el simple hecho de ser mujeres, y no es que piense que los hombres no sufren, ni mucho menos, simplemente pienso que ellos sufren de manera muy distinta a nosotras, ni mejor ni peor, pero sí de forma diferente; en nosotras prima mucho más el bagaje afectivo y emocional con el que venimos estigmatizadas desde tiempos inmemoriales. A nuestro dolor se le suma el sufrimiento generado por la discriminación de sexo, que aunque se trate de paliar, nuestra sociedad sigue perpetuando.
También pienso que es muy fácil sentarse ante un ordenador y escribir palabras de ánimo a un grupo de mujeres, que lucha por sobrevivir en medio de abismos negros. Pienso que es muy fácil decir lo que se tiene que hacer mirando desde la otra perspectiva, desde el otro lado, sin haber tenido experiencias de este tipo. Como decía escribir así es fácil, sólo se requiere tener algo de buena pluma y un poco de sensibilidad. Es por ello que yo no quiero convertir estas líneas en una simple dedicatoria de buenas intenciones.
No es por placer, que yo pueda hablar de suburbios negros, pero ello ha marcado mi forma de ser también de una forma positiva porque me ha dado el don de empatizar con las personas que sufren, y la oportunidad de la resiliencia, entendida para mí como el mero hecho de sobreponerse de las situaciones negativas y salir de agujero negro. Capacidad que creo firmemente que cualquier ser humano, incluidas todas vosotras, sufráis por las causas que sufráis, podéis llegar a poseer.
Lo fundamental en estos casos es que sepáis que siempre hay una salida por muy negro que se vea el túnel, que tengáis la seguridad y la confianza de que al final siempre está la luz que alumbra el camino. Cierto es que cuando sufrimos experiencias fuertes y dolorosas, cuando poseemos historias de vida que marcan tanto nuestra existencia, parece que esa luz quede muy lejos, parece que se pierdan las ganas de avanzar hacia ella, pero hay que seguir haciéndolo por vosotras mismas y por vuestros seres queridos. Yo no os voy a hablar de caminos asfaltados fáciles de transitar, porque entiendo que eso sería como una burla hacia vosotras; el camino es angosto, empinado y lleno de piedras, y en más de una ocasión caeréis y os haréis daño nuevamente. Tampoco os quiero alentar diciéndoos que la luz vendrá sola a vuestro camino porque esto sólo ocurre en las películas. La luz llegará, pero entrará poco a poco y después de que asumáis el riesgo y la valentía de perseguirla con todas vuestras fuerzas, no creo sinceramente que ocurra antes.
En todo caso pienso sinceramente, que vuestra mejor arma para afrontar vuestra vida es el acceso a la educación y a los procesos de enseñanza-aprendizaje. Sed conscientes de que en España hay implantada una educación pública, a la que todos tienen acceso independientemente de la edad, la condición, el sexo o la raza. Esta es vuestra llave, la que tenéis que agarrar fuertemente, y que no os de pereza utilizarla. Se pone a vuestra disposición una amplia gama de programas educacionales y de acceso a la cultura desde el MEC y desde el Ministerio de Bienestar Social; y es en la utilización de estos recursos donde podéis formaros para salir adelante y transformar vuestras vidas.
Seguramente ahora penséis que una vez conseguida la estabilidad en vuestra vida, un trabajo digno, y un bienestar razonable habréis llegado al final de vuestro camino. Pero por experiencia propia os puedo asegurar que esto no es así, de que una vez hayáis salvado un escalón, irremediablemente las esperanzas y sueños se reactivan en otros nuevos, de manera que siempre estamos en constante proceso de evolución.
Pensad que todos vuestros sueños son realizables, luchad por ellos, y sobre todo perded el miedo. Os puedo asegurar que este es vuestro mayor enemigo. Las personas que llegan a tocar hondo, que ya no tienen nada que perder, que ya se les arrebató todo, pierden totalmente el miedo porque ya no hay nada que éste pueda hacerles, y es entonces cuando consiguen salir adelante y una extraña libertad de la que otros carecemos.
Tened siempre presente a vuestros seres queridos, por encima de todo a vuestros hijos, ellos merecen más que nadie de vuestro esfuerzo, recordad que el ser humano aprende y se socializa por imitación de las personas con las que se relacionan, y los referentes paternos son los que de algún modo van a marcar toda su existencia; es por ello que tenéis que luchar hasta la saciedad para que ellos no se vean abocados a sufrir como lo estáis haciendo ahora vosotras.

Para todo aquel que se anime, aquí os dejo el libro que ha sido seleccionado para su lectura en el blog Viaje al excitante Mundo de las Letras


Título: El ilustre de la perla
Autora: Sarah Waters
Nº de páginas: 496
Fecha máxima de lectura: 3 semanas

Los padres de Nancy Astley tenían una ostrería, y no le dijeron que había nacido dentro de un repollo sino que la habían encontrado en una concha. Y la joven vendía ostras en una pequeña ciudad portuaria en la costa de Kent como si ése fuera su destino para siempre. Hasta que un día llegó a la ciudad una compañía de variedades donde cantaba un joven encantador, Nancy se dejó seducir por su voz y por su gracia… y descubrió que en realidad era también una jovencita, como ella.La siguió a Londres, primero como su asistente, luego como su amante, y más tarde, cuando ella también se puso los pantalones, como su compañera de actuación, la mitad de un dúo de falsos hombres que se hizo famoso en los escenarios del West End. Pero esto no fue más que el primer paso de una larga y muy peculiar educación sentimental. Porque en la Inglaterra victoriana, como sucede siempre en las sociedades, y en las familias más respetuosas del orden y la moral establecidos, la trasgresión, los “vicios” más secretos, surgían a cada paso que Nancy daba…


Soy yo, aquí me tienes, con los pasos cansados, las manos desnudas y el alma agitada, pero llegué y estoy aquí, a tu lado mientras cae el denso polvo amarillento, tembloroso y zigzagueante, como murmullo de lluvia por ese desierto incierto que dejaste atrás. Tus manos frías buscan el contacto y el calor de las mías sumergidas en deseo de ecos otoñales, mientras este solitario vagabundo busca tu mirada cuan manantial de agua fresca, para bañarse en tus ojos oscuros, para beber la miel que de tus labios carnosos se desprende.
Mírame, me alinee con el Universo para detener el eje de traslación de la Tierra, para que se parara el mundo en un instante, para que todo dejara de girar en torno nuestro, para dejarme llevar por ti hasta los confines del infinito y surcar nuevos firmamentos. Sigue brotando la sangre de mis heridas yertas, de mis batallas y de mis luchas por encontrarte. En mis entrañas caen baldías las horas muertas del tiempo perdido en el perimundo escuchando los ecos a la sombra del horizonte, en la linea divisoria del submundo; y es tu melodía, la que nunca me abandonó, la que me hizo llegar hasta aquí, justo hasta el punto exacto en el que ahora te encuentras, en el que me has esperado a pesar de la eternidad que tardé en encontrarte. Y ahora los recuerdos de las frías noches de claro de luna y estrellas fugaces, caen lentamente en el olvido, aliviando el dolor de la ausencia, el anhelo de tu presencia.
Me miras, y tu dulce sonrisa hace que deje de sentirme fracasado, que de mi interior vuelva a brotar la vida, que mis ojos se iluminen centelleantes, y mi alma encuentra la paz y el consuelo ansiado.
Y así como las ramas del árbol desnudas se encuentran llegado el invierno para hacerse el amor, así brotan las enredaderas fértiles de nuestros cuerpos temblorosos llegado el momento del encuentro, así te siento y te presiento y así soñé que fuera.

¡Mírame¡ Estoy aquí, llegué hasta ti.



Los fantasmas espectrales se tambalean ante mí, uno a uno van haciendo acto de presencia. Viejo vals de baile de máscaras que zarandean mi alma y me conducen a la desesperación. No me asustan, llevan ahí toda una vida, y quizá yo ya no sabría vivir sin ellos. Pero llegan ahora, justo en este momento, siempre se hacen tan presentes en esta época, que ya la temo por costumbre. Ellos van saliendo poco a poco de todos y cada uno de mis rincones, abriendo los viejos baúles que los encierran, y consiguiendo hacerme recordar lo que yo no recuerdo que recuerdo; ahora esas imágenes vagan por mi mente de un lado a otro, nítidas, nunca borrosas, como recordándome que aunque finja que no están ahí forman parte de mis recuerdos. Recuerdos de un pasado que nunca se va a borrar por muchos intentos que yo haga. Recuerdos de vidas marcadas, de existencias rotas, de intentos desesperados por sobrevivir. Y el análisis siempre es el mismo, incomprensión. Incomprensión que ya no merece la pena ser comprendida.


Y por esas cosas de intentar recoger los pedazos rotos, de querer preservar esos trocitos diminutos de espejos con reflejos reconocidos, queridos, sigo teniendo problemas. Pero esos pedazos me pertenecen, quizá no de la manera que tendría que haber sido; pero son míos, y no puedo dejar de atraparlos al vuelo aunque estén rotos y me estén cortando las manos. Son pedazos que forman vidas que están unidas a la mía y que por algún juego del caprichoso destino quedaron hechos añicos; tan dañados como lo estoy yo ahora.


Fantasmas espectrales, bienvenidos seáis, uniros a la fiesta, que acaba de empezar.


Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que…

1.- Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.

2.- La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial -un organismo dependiente del ministerio de Cultura-, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.

3.- La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.

4.- La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.

5.- Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.

6.- Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.

7.- Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.

8.- Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.

9.- Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.

10.- En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.Este manifiesto, elaborado de forma conjunta por varios autores, es de todos y de ninguno. Si quieres sumarte a él, difúndelo por Internet.


Cuando cae la noche y el abismo acecha incansable, tus brazos son mi puerto seguro; cuando exhausta vuelvo de mis batallas inútiles, tus brazos vuelven a convertirse en el mejor de mis bálsamos. Cuando en mi desesperación busco y no encuentro consuelo, eres tú siempre, siempre, el que está ahí, aguardando, protegiendo de algún como cada uno de los hilos que mueven mi vida. Tú que siempre me tiendes tus manos, que me muestras la tenue luz que mis pasos cansados dejaron de buscar, tú que te disuelves en mi mirada para hacer que vuelva a brillar, que me ofreces tu confortable pecho en el que descansar, en el que sentir que la vida vuelve a latir, que se forma en conjuntos que renacen como fuego de ascuas; tú que me ayudas a resurgir de mis propias cenizas cuan áve fénix y que no me dejas caer en la desesperación ni me consientes tirar la toalla. Solo tú, que absorves cada uno de mis sinsabores para devolvermelos en forma de licor de vida, que fuerzas mi sonrisa para que nunca más me abandone, que me dejas tanto llorar como reir.

Tú que me abrigaste en las noches oscuras de frío, que me envolviste con tus brazos protectores, que aceptaste cada uno de mis defectos sin intentar cambiarlos y que nunca me reprochaste mis errores, eres tú mi puerto seguro, al que acudo siempre que la tempestad enloquece el mar en calma, tú al que me agarro con fuerza como tabla de salvamento, cada una de las tantas veces que parezco zozobrar. Tú que siempre fuiste el faro en mis idas a la deriva. No sé a ciencia cierta, que sería de mí, si tú no hubieses estado ahí.

Tú mi puerto seguro, el que siempre me alarga su brazo, pese a todo y a pesar de todo....





Siento trastear a alguien tras de mí, justo ahí donde aparece la mayor fisura de mis alas rotas; trato de girarme inutilmente para ver el rostro de aquel que se toma la molestia de repararlas, para posteriormente corregir mi vuelo y encauzarlo; y aún no pudiendo verte, se que eres tú, el músico del laúd de las notas perdidas, quien con infinita paciencia, con sutileza, con maestría y con esa ternura que derrite los cuerpos helados, vas retirando una a una las astillas que me clavé, en aquellos golpes bruscos contra mis muros.



Oigo la melodía del laúd de las notas perdidas tocadas para mí con tus dedos gentiles, dulce composición que me hace recordar, que en aquellos momentos de soledad, cuando la estrepitosa caida se hacía más tortuosa, cuando más bajo caía en cada uno de los pozos sin fondo que esta extraña aventura me ponía por delante, más claras llegaban tus notas hasta mis oídos. Y ahora que caen las horas, delizándose por tus dedos, afaenados en mi causa, me doy cuenta de que tu presencia siempre estuvo allí, por muy mal que se pusieran las cosas, por muy hondo que fuera mi agujero...



Te oigo susurrar en mi oido que pronto estaré lista para emprender nuevamente el vuelo, que me llevarás al precipicio de mi vida, para que salte al vacío, y que serás mis alas hasta que llegue tal momento y me embarga la emoción......., noto acelerarse el corazón ansioso por volver a volar en libertad, imaginando que desde allí arriba también podré escuchar tu melodía, sentado en aquella vieja roca del valle, te observaré desde mi inmensidad, y todo volverá a pintarse, pero esta vez de los colores nunca vistos. Y surcaré los cielos hasta llegar al Arco Iris, con la esperanza de que orgulloso observes mi vuelo, que de tus sabias lecciónes aprendió a ser un vuelo libre, seguro, contundente y directo.



Y ahora que aún ando en proceso de maduración, de superación de mis propios obstáculos; ahora, recuerdo aquel primer instante en que nuestros ojos se cruzaron y se hablaron, mucho antes de conocerse.










Nemat Safavi, es un ser humano como tú o como yo, condenado a muerte por el aberrante gobierno de Irán, por el sólo hecho de ser homosexual. Con tan solo 16 años, lo detuvieron y lo metieron en una cárcel donde lleva tres años en espera de que se ejecute dicha sentencia. Imaginaos, una cárcel iraní, allá en el territorio de las cárceles secretas e ilegales, las torturas, los malos tratos y los aberrantes asesitanos, allá donde ni Naciones Uidas, ni las grandes superpotencias, ni el mismísimo Obama, tienen cojones a meter las narices (claro, ¿qué van a decir estos cuando en países, supuestamente civilizados permiten Guantánamos?). Pues en una de esas abobinables cárceles que pueblan el planeta, esas que hemos maquinado con nuestros propios cerebros y hemos construido con nuestras propias manos, está el jóven Nemat, indefenso, en un país donde no valen los Derechos Humanos, donde el fanatismo religioso acusa de sodomía cuando y como le viene en gana, donde no se ofrece la posibilidad de un juicio justo a no ser que seas alguien importánte para régimen, donde sus posibilidades de supervivencia dependen en mucho de nuestras protestas, de nuestras reivindicaciones, de nuestros gritos en contra de lo abobinable.

No sé si este post, en recuerdo de Nemat, servirá de mucho o de poco, pero si sé que si cierro los ojos, si miro hacia otro lado donde los acontecimientos no duelan tanto, entonces, si que no servirá de nada.

Queridos amigos, espero vuestros gritos de protesta ante esta y tantas situaciones injustas. Y os pido encarecidamente que visitéis este enlace
Salvar a Nemat Safavi, aquí encontraréis toda la información sobre este caso y las últimas noticias.

(Gracias a Francisco Galván por darme los enlaces informativos y por involucrarme de algún modo, en la causa de Nemat Safavi)








Susurra el alma que no encuentra consuelo, perdida en tus ojos; en ese mirar ausente y sintético, del que mira pero no ve, del que oye pero no escucha. Y busco en ese imperturbable muro la chispa de la vida que yo siento que late; pero tú sigues distraido, en busca de algo que no llego a discifrar, navegando en interminables mares alejados del puerto. Y te miro, y te grito, y hago aspavientos con mis frágiles brazos, pero aún así, solo encuentro reverberado el eco de mi propia voz y ese viento recio que golpea con fuerza el minúsculo cuerpo que tiende a desmoronarse. Y ese mar que ruge despavorido, con su frenético vaivén de olas muertas, me grita que me largue, que abandone la infructuosa búsqueda, que desaparezca de la vista de esa playa, mientras las gaviotas acechantes a mis pies buscan algo de alimento en las lastimeras rocas de sueño tardío. Y tu minúsculo barco de papel se divisa tan lejano, tan perdido, tan fuera de mi alcance, que temo que mis afónicos gritos nunca lleguen a ser oídos más que por este extraño entorno que me rodea, que me aprisiona y que me impide salir a la mar en tu búsqueda.

Pierdo la vista en el horizonte, justo cuando empieza a caer la tarde y mi mirada es alumbrada por esos tenues rayos de sol, que vergonzosos y tímidos buscan su escondite para dar paso al abismo y al caos de la noche más oscura.
Sigo aquí, sentada en nuestra orilla, en la playa de nuestras vidas, esperando tu dulce compañía, divagando mientras siguen cayendo las horas muertas que se esparcen y se funden, difuminándose en el tiempo.


Del creador de "Un mundo Nuevo" y de "Plumas de Fuego", llega hasta nuestra pantalla de ordenador:
"Viaje al excitante Mundo de las Letras"
Mucho más que un blog, una apsionante aventura que de ser intentada por el lector, nunca le dejará indiferente.

Así mismo os invitamos a participar en nuestro Proyecto Solidario:
NO MAS LIBROS CUBIERTOS DE POLVO

Esperamos encontraros en esta nueva aventura de la mano de Leinad24.


Tumbada al sol, frente a la cascada de agua fresca de mi oasis, un lijero tintinear en el suelo, me hizo agudizar el oido, ubicar la fuente emisora de tan bello sonido convertido en suave y delicada melodía. De la palmera caían frescos dátiles, desprendidendo un sutil aroma cautivador que me hizo saltar de la hamaca, correr en busca de ellos, para recogerlos uno a uno y depositarlos sobre mi mano desnuda; eran dulces y crujientes, de esos que te impregnan el paladar con sutileza; exquisito manjar para mi hora de la merienda.

Relajada, de nuevo sobre mi hamaca, degustando uno a uno aquellos dátiles, me siento invadir por un sinfín de sensaciones que me trasportan a los más bellos parajes. Os dejo unos cuantos en la canastilla, pero venid pronto a por ellos, porque siguen tentándome a crujir bajo mis dientes, a deshacerse en mi boca, a juguetear con mi lengua...............

Tus manos frías cogiendo las mías,
cuando el sol languidece en el horizonte.
árboles desnudos contemplan el paisaje
mientras tus pupilas, que me atraviesan
lanzan gritos de desesperación.
La vida se pasa en un suspiro,
dejando atrás paisajes de hambre y penuria,
plagas y pestes, muerte y desolación.
Estrellas rojas de siete puntas
alumbradas por lunas amarillas
en una oscuridad abismal,
donde ya no hay oxigeno
donde ya no hay vida.

Algunos de los usuarios del Centro Ocupacional
"La Costera - La Canal de Navarrés"



El slogan de las natillas, nos viene como anillo al dedo, para plasmar lo que hoy quiero presentaros. ¿Repetimos???, pues sí; Por segundo año consecutivo realizaré mis prácticas de la diplomatura de Educación Social, en este centro y con estos chavales, porque sin duda me aportaron mucho más de lo que yo pude ofrecerles, y porque fue una experiencia maravillosa.
En adelante os iré contando mis peripecias con los chicos, y mostrándoos parte de mi trabajo en el Centro.
También espero podáis perdonar si en lo sucesivo no publico con la misma frecuencia, pues ahora tengo que compaginar a diario mi trabajo (el que me da de comer), con las prácticas en el Centro.
La foto que os adjunto fue tomada durante la fiesta de la "cremà", por fallas del 2009, de ahí esos atuendos tan característicos en estas tierras, allá por el mes de marzo. Junto a ellos, las dos chicas que hacían las prácticas de TASOC.

Viajando al Desierto

Continuamente hago las maletas y dejo en casa aquel escudo que me protege haciendo invisible mis pertenencias, y aún así, sin llevarlo puesto, las personas no pueden ver su contenido simplemente con acercarse, pero aún así pueden dañarlas. Una nueva aventura está en marcha y nuevamente me tiro al vacío. El lugar al que voy en esta ocasión es un lugar muy lejano, tan lejano que casi nadie sabe donde está, pero me siento afortunado de que la persona que vive allí confió en mi e iluminó el caminito a seguir. Como todos los caminos, esté es sinónimo de dureza. En el cielo, un sol abrasador me quema, al igual que hace con la arena de ese desierto, y con la llegada de la noche el lugar refresca, y sigo caminando desnudo. Pero aún así, por el día se me abre ante mí un precioso paisaje adunado, y por la noche el más precioso cielo estrellado. El viento me abraza y me lleva casi a volandas por la dirección correcta, cuando ante mí aparece un majestuoso oasis de decenas de palmeras, cataratas de agua fresca y juguetona, sabrosos alimentos, y hamacas… En una de ellas estás tú, la mujer del éxodo al desierto, mostrándome tu interior.Y sé a ciencia cierta, que deberías mostrar ese paisaje a todo el que lo quiera ver, pues es impresionante, y también sé que viajar a través de tus letras se convierte en placentero. No las guardes para tus adentros. Paga el billete para quien te quiera leer, pero hazlo solo de ida, porque no creo que quieran volver.
-A Ruth-


Entre railes te asomas para morir en las entrañas de la tierra que abre su boca negra para abserber la volatil velocidad para la que fuiste engendrado. Suave te deslizas, moviéndote en los submundos de personas que con deseo te buscan, corren tras de ti, van a tu encuentro. Tú que no distingues razas ni sexos, que absorbes culturas, que te envuelves con ese extraño perfume llamado humanidad. Tú que como madre parturienta te desgarras en lo interno de la tierra, dando a luz el espacio compartido hasta el último milímetro, envolviendo tras de ti cada suspiro, cada anhelo, cada sueño, cada historia de aquellos que se acercan a tus míseras estancias, muriendo en sus rutinas y en sus surrealismos y a la vez dándote la vida que te caracteriza.

Manchada queda tu piel, untada tu barra de stripper, desgarrados tus ojos trasparentes y cristalinos de vahos ajenos y de historias contempladas. Grafitis adornan extrañamente tu recorrido por las entrañas de la gran ciudad que sigue latiendo más adentro que afuera.

Personas y más personas, que vienen que van, que suben que bajan; anónimos seres que se cruzan y chocan entre sí, que sin conocerse se reconocen y que comparten su espacio vital única y exclusivamente gracias a ti; metro que vienes y vas, uniendo puntos en la lejanía de la visceralidad.


Contágiame de tus historias, acércame a todos esos mundos que te engendran, que te poseen, que te aprisionan, que te llenan y te vacían, de cada cual que deja su humilde huella sobre ti; transpórtame con la mirada hasta envolverme de humanidad, hasta sentir al otro, hasta quebrar la frágil linea que separa el mundo que comparto con quienes respiran a mi lado, en un asiento o de pie, aquí donde obligatoriamente invades el espacio íntimo y personal de cada persona sin previo aviso, sin necesidad de pedir permiso, y sin estar mal visto. Veo incomodarse a muchos pasajeros, a mí me pasa lo mismo, pero más allá de lo más o menos cómodo del trayecto, encuentro en tus vagones una extraña unión de seres humanos con sus distintos universos, absortos en sus mundos. Y yo sigo contemplándolos con los ojos que envuelven la novedad, a pesar de haberme adentrado tantas otras veces en este tu extraño universo de vías y caminos de hierro bajo tierra, que me traen y me llevan.


Mis queridos amigos, me marcho unos días a descansar; os dejo la puerta entreabierta para que podais colaros con facilidad.

Podéis entrar como los duendes y alborotar un poco, cambiar las dunas a vuestro antojo, jugar con la luna y las estrellas, y chapotear en el agua del oasis; pero luego me dejáis cada cosa en su sitio que luego no encuentro nada. Tened cuidado no me dejéis calvas las palmeras. He dejado los cactus podados para que no os pinchéis. Os echaré un ojo........ (si me dejan).

Nos vemos en unos días, sed buenosssssssssssssss.

PDTA: Espero que el chico de las plumas se ponga las pilas, que ya me ruge el estómago de tantos días sin mi alimento literario, (tú ya me entiendes).

Ante mí la distorsionada encrucijada que la vida me pone por delante, luminosa y errante me muestra caminos difíciles de vislumbrar, eternos vaivenes de vida aún por descubrir. Aunque hace ya tiempo que podía visualizarla al final de este extraño camino, aún así, seguía avanzando; es por ello que ahora no me sorprenda tanto al verme envuelta en la esfera de estos caminos. Pero lo que realmente me asusta, no es la elección del camino por el que deba seguir, sino más bien la extraña sensación de que sean caminos sin retorno. Me gustaría poder equivocarme, transitar un tiempo, replantear el camino y volver sobre mis pasos si fuese necesario; sobre todo si tomo el camino que ahora mismo se me antoja más fácil, cómodo y llevadero. Me gustaría que al volver la vista atrás, ese camino transitado siguiera estando ahí de algún modo; que sieguiese siendo transitble en ambos sentidos, pero aún así siguen antojándoseme caminos sin retorno, caminos que me conducen a una nueva dimensión de la vida, caminos que aún asfaltados pronto se convertiran en tierra salvaje, asilvestrados y desérticos. Quizá lo más sensato sería andar en linea recta, pero ¿acaso el ser humano sabe hacer eso?, ¿es el propio camino el que se revuelve, o somos nosotros los incapaces de transitarlo rectamente? ¿Acaso no somos nosotros mismos los forjadores de nuestro propio camino?, ¿es la propia vida la que nos pone las curvas, o nostros los que las dibujamos?





El hombre de la esquina seguía allí un día más, y ya iban quince días, pensaba para sus adentros Emilio, que a sus doce años observaba con asombro todo cuanto le rodeaba. Se preguntaba qué hacía allí, por qué no iba a trabajar al igual que todos los adultos del barrio, se preguntaba también de donde había venido, dónde vivía, por qué se pasaba las horas sentado apoyado sobre aquel viejo sauce, y sobre todo, por qué nadie reparaba en su presencia.
Aquella mañana de sábado sin obligaciones escolares se le antojó propicia para intentar un acercamiento con el “extraño hombre” al cual llevaba llamando así desde que le vio por primera vez ya que desconocía su nombre. A medida que se acercaba notaba que había algo en aquella figura masculina que le imponía, pero sin embargo no sentía miedo, aquel hombre no le asustaba, más bien le conmovía. Al acercarse más descubrió aquellas pequeñas arrugas que se acumulaban en los ojos y en la comisura de los labios, dándole un rostro de ancianidad que asombró a Emilio, pues lo intuía mucho más joven.

Un tímido ¿hola? titubeante salió de la boca de Emilio, el cual no obtuvo ninguna respuesta por parte del hombre misterioso. De repente algo llamó sorprendentemente la atención del niño, una caja de madera chiquita apoyada en el tronco del sauce. Un deseo irrefrenable le movía a abrirla, una extraña fuerza de atracción se apoderó de él, necesitaba abrir aquella caja, algo desde su interior le llamaba con fuerza. Entonces el hombre levantó la vista clavando su mirada azul de acero sobre la de Emilio.


- Ten cuidado con lo que haces, la última vez que un renacuajo la abrió terminamos en la prehistoria, cazando jabalíes con una lanza. –dijo el hombre de forma contundente pero sin hacer nada por evitar que el niño se acercara a aquella mágica caja.
Por supuesto la advertencia llegó demasiado tarde, porque antes de que hubiera pronunciado la última palabra, la caja ya se hallaba abierta de par en par; y de ella se desprendían rayos luminosos que centelleaban por todas partes.

- Vuelta a empezar, ¡es que uno no se puede tomar ni unas pequeñas vacaciones! –dijo el hombre con resignación; y sin embargo Emilio pudo ver en los ojos del anciano brillos de entusiasmo e ilusión ante un nuevo viaje, el cual él mismo también ardía en deseos de emprender.


- ¡Agárrate fuerte! –gritaba en anciano.


- ¿De dónde me agarro? – preguntaba Emilio el cual no veía sitio donde agarrarse.


- Pues al tronco del sauce. –le explicaba el anciano mientras la superficie empezaba ya a temblar.


- ¿A dónde vamos? –preguntó intrigado Emilio.

- Pues tú sabrás. Al lugar de tus sueños. –respondió el anciano.


De repente todo el barrio había tomado una nueva dimensión, un extraño color ocre; las calles habían dejado de estar asfaltadas para convertirse en caminos terrosos con algunas piedras. El anciano agarró fuertemente al niño de la mano y ambos se dirigieron a lo que parecía un mercado, eso sí, no era un mercado cualquiera, sino un mercado medieval. Al grito de ¡Agua Va!, ambos dos intentaban avanzar sorteando el agua que las mujeres de la casa arrojaban por las ventanas. Se adentraron en el mercadillo mezclándose con la gente del lugar, mientras Emilio se miraba así mismo vestido con aquellos pantalones cortos color marrón que se le antojaban muy ridículos; sobre sus hombros lucía un chaleco a juego con los pantalones junto con una camisa gris. Pero lo que más le impresionaban eran aquellos mocasines puntiagudos con los que tanto le costaba caminar.
Emilio estaba eufórico, miraba alrededor con esos ojos que envuelven la sorpresa de la novedad, que descifraban aquello con lo que siempre había soñado, y que sólo había podido acceder a través de los libros de la biblioteca de su abuelo.
El ajetreo de los caballos que cruzaban las callejuelas, los puestos de venta de comida y artesanía, las águilas que surcaban el cielo y hasta una hechicera que decía adivinar el futuro, junto con un joven ladronzuelo huyendo con un queso bajo el brazo, completaban aquella pintoresca estampa.


- A todos los señores de la villa, se les comunica que se anda buscando por casas y rincones, al joven caballero portador de sueños. El Señor Marqués junto con sus lacayos acudirá hoy al mercado, pues cuentan los rumores de la corte, que el joven Sir Surik se halla por estas tierras huyendo de su deber y responsabilidad de guiar a las gentes hacia sus bellos sueños e ideales. -dijo el pregonero.


- Mi señor, ciertamente dicho caballero se anda por aquí, hasta mí llegó su perfume de sueños encantados. Sería menester preguntarle a la hechicera, pues ella con su magnífica intuición ha ayudado en otras ocasiones a vislumbrar caminos que se antojaban oscuros. –habló el quesero.


- El joven sir Suri, anda de la mano de un anciano, lo vi pasar hace ya un rato. –sentenció la hechicera.

La búsqueda no costó mucho, y en un instante el anciano y el niño se vieron rodeados por todo un tropel de gente que aclamaba: ¡Sir Surik, Sir Surik! ¡Es él, es él!
Un carruaje se detuvo ante ellos, y el Señor Marqués acompañado del Caballero de la Luz descendió salvando los escalones que le separaban del suelo. Pronto una espada se deslizaba suavemente por el hombro derecho de Emilio al cual el anciano había obligado a hincar una rodilla en el suelo.



- Mi querido Caballero, yo le declaro Sir Surik, portador de todos los sueños del reino, hacedor de magias, reclutador de nostalgias y melancolías; y en definitiva, repartidor de felicidad de todos los habitantes de estas tierras. Ahora debe cargar con su legado del cual ya no puede huir, y sembrar las semillas que se depositan en su interior allá donde sus pasos le conduzcan, en estos tiempos y en tiempos futuros, en esta vida y en vidas venideras.

El suave aleteo de una mariposa azul sobre su rostro, despertó a Emilio, o sir Surik, del letargo al que se había entregado junto al tronco de un sauce. Volvía así a su “mundo normal”, pero junto a él una caja de madera, que al abrirla sorprendía con un mensaje envuelto en pergamino, en el que se leía: Sir Surik, en esta vida y en vidas venideras.

(Foto de mi amigo Juancho)

Esta foto tomada en un parque de Luxemburgo, me invita a sentarme en uno de sus bancos, a dejarme llevar por la sutilidad del otoño que rezagadamente se va haciendo presente día tras día, acercándose tímidamente a la puerta de un invierno siempre tardío. Puedo ver los rayos luminosos del sol al abrirse paso entre el ramaje de los árboles centenarios que poco a poco se dejan vencer por su calidez; esos mismos rayos que a simple vista quizá no sean tan perceptibles son captados por la lente, retenidos en el tiempo para volverse inmortales a nuestros ojos, para traspasarnos y dibujar sobre el suelo terroso la mágica luz que desprenden las sombras distorsionadas, reflejos de algo que late y vive, de algo que está ahí. La sombra que anda detrás de ti, es la reseña que te da la luz, la mágica sentencia de que exites.
Sentada en uno de sus bancos, es fácil dejarse llevar, divagar observando este paisaje concreto, observar con esos ojos que envuelven la novedad y la sorpresa de que siempre hay algo maravilloso por descubrir en lugares sencillos, discretos, donde el recogimiento llama a la puerta de un corazón que sigue latiendo a cada instante, donde la suave brisa te hace estremecer, donde te sientes abrazada por este parque en absoluta calma, y te embriaga esa tranquilidad que a veces tanto necesitamos y somos incapaces de conquistar.
Quisiera quedarme aquí aún a sabiendas de que no es posible, de que la vida sigue su curso y de que uno no se puede recrear eternamente en un oasis, aún así, esta instantanea sigue cautivándome por su belleza sencilla, por los sentimientos que hace aflorar en mí, por trasportarme a un recuerdo imaginario que puedo sentir como inunda todo mi ser, como hace que afluyan torrentes de agua que al ser liberados, van en busca de su mar de agua salada sacudiendo las fibras más sensibles de un cuerpo, que a pesar de todo, sigue latiendo, respirando, observando, o dicho más sencillamente viviendo.

Aquí dejo este candil, para mi amigo Daniel, para que vea la luz en medio de la oscuridad, para que el túnel quede alumbrado aunque sea tímidamente, y encuentre el camino de la esperanza y pueda transitar tranquilamente por él. Para que no se deje vencer por el desánimo, ni abrazar por la soledad; para que abra bien los ojos y vea todo lo bonito de la vida que le está aguardando. Para que se levante del suelo y resurja de entre sus cenizas cuan áve fénix, alumbrando al mundo con su creatividad, su espontaneidad y sinceridad.
Lo hago extensible a Brisa y a Jose, que también andan un poco perdidos en medio del túnel. Yo ya tomé el mío, así que coged vuestro candil y empezar a caminar, porque la luz siempre conduce a la luz, y esa luz nos está esperando a todos, no para alumbranos sólamente, sino también para deslumbrarnos y maravillarnos.


Ante mí, la interminable escalera de Pessoa, con sus peldaños grandes, inestable y crujiente, con su incomoda barandilla floja que hace mecer la estructura entera. Intento mantener el equilibrio, pero termino subiendo casi a gatas; me fallan las fuerzas, me acurruco casi en cada escalón tiritando de frío, de ese frío interno que cala los huesos; inevitables sollozos de alma atormentada, en cunetas que se pierden en una vida sin valles frondosos.

Sólo poseo un cuaderno de viaje, lleno de anotaciones de soledades y tristezas. No me atrevo a mirarlo, pues los recuerdos duelen y hacen que todas aquellas sensaciones recorran mi cuerpo mientras una lágrima evaporada pende de un hilo, de ese hilo de la sensibilidad que aflora por instantes saliendo a la luz de un mundo que se tercia oscuro, rodeado de tinieblas, inerte en mitad de horas muertas.

El vuelo de una mariposa negra aleteando cerca de mí me recuerda que de algún modo algo sigue vivo, que aún hay vida en mitad del caos en el que se desenvuelve la locura que me hace girar sobre mí misma, como el mundo gira día tras día, y los suspiros arrancados del fondo del alma vuelan deslizándose por la estructura metálica del esqueleto de la escalera por la cual navego con o sin rumbo, perdida a la deriva entre crujidos y telas de arañas, cuyas propietarias ya hace tiempo abandonaron sus telares en busca de lugar más seguro.

Peldaño a peldaño siguen pasando los segundos vacíos y ausentes de recuerdos poseidos por fantasmas del presente y del pasado, del todo y de la nada que se postra ante los rellanos de esta interminable escalera que me conduce hacia dios sabe donde..............

"Ella le dijo:
- Quédate quince minutos más, por favor.
Y él le respondió:
- Lo siento tengo que ir a poner gasolina al coche"

Quizás esta conversación íntima entre F y L no debía haberla escuchado, pero la casualidad o causalidad hizo que hasta mis oídos llegasen aquellas palabras que envolvían la estancia en la que los tres nos encontrábamos. Me quedé mirando como se despedían de aquella forma tan fría, pero mis ojos pronto dejaron de mirar aquellas figuras humanas, y aunque siguieran clavados en ese instante, en esas presencias, mi mente ya divagaba a miles de km de allí, sumergida en mis propios pensamientos, y en las muchas veces que quizá yo, actué del mismo modo.

A veces somos tan necios de dar tanta importancia a cosas intrascendentes y triviales que somos incapaces de ver más allá de nuestras propias narices, de pensar en la otra persona que tenemos enfrente, de preguntarnos por qué reclama nuestra presencia; nuestra atención.

Yo que conozco muy bien a L y creo que también a F aunque ya empiezo a perder ciertas seguridades, sé que ella necesitaba esos quince minutos. A veces adquiere actitudes infantiles, pidiendo tonterías sólo por asegurarse que los que la rodeamos estaremos ahí; es su forma de reafirmar que cuando nos necesite de verdad también estaremos, pero esto último no se lo puede asegurar nadie ni quedándose quince minutos más. Quizá esta vez era diferente, porque en los últimos días ella se había abandonado a una especie de ausencia hacia todo y a todos, con un alo de tristeza impregnada en su rostro, quizá ella necesitara desesperadamente una mano amiga, pero fue a recurrir a alguien que necesitaba gasolina.

A veces, pequeñas conversaciones me infunden grandes reflexiones; cuánto tiempo invertimos en sentirnos importantes y ni siquiera se nos pasa por la cabeza hacer sentir importante al prójimo. Cuántas veces hablamos y hablamos, contamos nuestras mil peripecias, y somos incapaces de escuchar al otro, de preguntárle cómo estás, o qué te pasa; estamos tan inmersos en nuestras individualidades que carecemos de los recursos necesarios para percibir a los demás sin necesidad de que nos digan que están bien o mal.

La paradoja de todo esto es que seguramente si LD, CL, Jy, S, A, o cualquiera de ellos hubiese llamado a F, él hubiese parado el tiempo para escuchárles, creyendo que era su obligación, pero con L no pasaba igual, ella no formaba parte del trabajo. Paradójicamente siempre prestamos más atención a los de fuera que a los de dentro. Y tantísimas veces nos perdemos en la efímera e inalcanzable felicidad propia, que no nos damos cuenta, que con gestos sencillos podemos hacer felices a los demás, ayudarles a alcanzar su efímera e inalcanzable felicidad. Realmente pienso que es muy difícil hacerse con la felicidad por cuenta propia, que la única forma de alcanzarla es haciéndonos felices los unos a los otros, porque es mucho más fácil hacer sonreír a la otra persona que hacerse sonreír a uno mismo.

Seguramente a L ya ni le importen los quince minutos, ni siquiera piense en ellos, o sí; pero sé que acabara dándole menos importancia que yo que soy la que menos viene al caso; y aunque sumergida en mis propias paranoias seguiré pensando que merecía la pena quedarse quince minutos y correr un poco más después, si con ello otra persona se sentía feliz por quince minutos; al fin y al cabo nos pasamos la vida corriendo, se hubieran podido recuperar esos quince minutos, de eso estoy segura, tan sólo eran quince minutos. Y ahora, mientras resuena en mi mente aquella vieja canción de Rossana (yo pa ti no estoy), sigo sumergida en los pensamientos de mis propias letras.


Quiero que me acompañes en esta noche tranquila y apacible de desierto; nos sentaremos sobre la Duna Mayor, observando el lejano horizonte, allá donde se pierde la vista bajo el inmenso cielo, allá donde las estrellas fugaces corretean, se persiguen unas a otras, desenvuelven mágicos juegos; allá donde se desdibuja la linea que separa el firmamento de la arena blanca. Quiero que me acompañes sin más pretensión que compartir nuestro tiempo en este preciso momento en el que el reloj parece girar en sentido contrario, ahora que las horas parecen descolgarse descaradamente cayendo una tras otra hasta formar tan sólo una arimaña de números inconexos a nuestros pies. Quiero que me acompañes, a sabiendas que no puedo retenerte, que tus alas siempre volarán más alto que las mías, que tus sueños siempre andarán más allá en el tiempo y en el espacio y que surcaras distintos cielos a los míos. Quizás el cielo siempre es el mismo, pero con diferente tonalidad.

Y tú, que a veces eres yo, despiertas a otra realidad mucho mayor para la que pensaste fuiste creada, y miras el mundo con ojos nuevos y una perspectiva que jamás hubieses imaginado. Y nos enfadamos, sí tú y yo; porque yo quiero retenerte, quiero aferrarme a lo cotidiano a lo conocido, y me asusta sobremanera eso nuevo que tu percibes, que describes con tu mirada, que ansías mientras reparas tus alas rotas para emprender nuevamente el vuelo, para escapar del "yo" encarcelado, para surcar nuevos y más interesantes desiertos.

Pero esta noche quiero que me acompañes, que te quedes, que te reconcilies conmigo o contigo, porque es de noche, porque hace frío, y porque te necesito, al fin y al cabo tú y yo siempre fuimos una, y quizá nunca dejemos de serlo.

Mis queridos amigos, tengo que pediros un favor. Necesito saber si veis bien la columna de la derecha donde están los seguidores, las imágenes, el poema, etc. Via e-mail me comentan que esa columna está caída, pero yo desde mi ordenador la veo perfectamente.

Gracias a todos.


Podría ser esta plaza de Segovia, junto al acueducto, aquella en la que cogiste mi mano, en que arqueaste las cejas, en que deslizaste tu brazo para rodear mi cintura. Podría ser fácilmente éste, el decorado en que me besaste por primera vez lanzándome de cabeza y sin salvavidas a ese mar de sentimientos y emociones, de deseos, de locura casi invisible por el que navego desde entonces.
Digo podría, porque bien sabemos que exactamente no era así, ni ese punto nuestro lugar ni tan siquiera nuestro momento; pero bien poco importa el escenario exterior cuando una emoción o un sentimiento hacen que todo alrededor se pinte de forma diferente y se ilumine como esa plaza al atardecer. Aún siento aquellas tímidas y frágiles gotas de lluvia mojando nuestros rostros mientras era arrastrada por el mar de tu boca, mientras nuestros dedos jugueteaban entrelazados en medio de la nada o del todo, mientras tus brazos protectores contenían mi respiración y mi cuerpo se delizaba por el tuyo, desafiando las leyes de la Matemática al corroborar de forma inaudita que uno más uno sólo producían un uno mayor, distanciado de un dos estático y carente de dinamismo, que era el resultado de nuestros cuerpos separados.
Hubo etapas en las que creí ahogarme y perecer en medio de ese inmenso mar de sentimientos y emociones, desconocido hasta aquel instante para mí; pero entonces tú te convertiste en el mayor salvavidas para dar sentido y significado a ese beso, en aquella plaza al caer la tarde.
Han pasado cincuenta años, y el ocaso de nuestras vidas, más cerca que lejos, nos marca la pauta del camino a seguir, entre callejas que se pierden por ese acueducto que contiene la esencia de nuestra vida, de nuestras idas y venidas, de nuestros encuentros y desencuentros, de nuestras certezas e incertidumbres. Cojo tu mano como aquella primera vez y seguimos el camino, este camino que nos lleva por la senda segura de nuestro corazón; atrás quedaron aquellos intentos locos por buscar otras formas y otros cuerpos en los que sólo conseguimos la certeza de que estábamos hechos el uno para el otro.


Mis queridos amigos, como veis el desierto toma una nueva apariencia e imagen, que con tanta arena esto ya necesitaba una reforma. Espero que os guste este nuevo envoltorio menos sencillo y más sofisticado. Pasad y acomodaos, he reservado una duna para cada uno de vosotros.


Gracias Leinad por ayudarme con las reformas.



Ante mis ojos, aquella mesa ovalada que durante tanto tiempo había estado olvidada en un oscuro rincón bajo la escalera de caracol, recubierta con su inconfundible manto espeso y polvoriento. Ahora aquellos días de antigua mesa habían pasado desde que el sospechador de rumbos, viejo artesano velense, había reparado en ella. Durante varios días lo vi con su mirada fija en aquel oscuro rincón, como sospechando tímidamente la posibilidad de devolverle la vida a aqulla mesa, que durante mi niñez había sido tan solo un trasto con el que jugar.

Ahora esa misma mesa, completamente restaurada se alzaba ante mis ojos incrédulos, mostrándome parte de su vida anterior a la que yo concía. Me hablaba de aquella época dorada en que había presidido el centro de un bello salón burgués tantos años antes.

Durante largas tardes había observado al artesano amar, mimar, dialogar, con aquella mesa; la había despojado de todo su sucio ropaje, la había contemplado delaitadamente, desnudándola hasta llegar a su parte más intima donde mostraba rasguños y heridas, marcas del paso del tiempo sobre su superficie. Con esmera paciencia había lijado toda su piel, había reparado cada una de sus fisuras, había encolado nuevamente sus puntos de apoyo, y poco a poco, aquella mesa que en pocos días había languidecido por completo, volvió a vestirse con aquel suave barniz que le daba una presencia señorial a toda la estancia. La mesa era capaz de alumbrar y dar nueva vida a aquella casa; y ahora era fácil imaginar su entorno natural, las ostentonsas cenas de gala en las que había estado, las largas noches de fiesta que había presenciado, los cócteles en los que se había perdido hasta altas horas de la madrugada; incluso podían escucharse las risas, la música, las conversaciones a media voz, los murmullos y las confidencias, con tan solo acercar el oído a la brillante superficie lisa que llamaba con fuerza.

Hoy es la propia luna mi acompañante en el paseo nocturno que emprendo cada anochecer, cuando el sol duerme y las horas parecen languidecer escurriéndose entre la vegetación de este bosque al que acostumbro a transitar en horas como esta. Pausadamente se aleja en barullo del día; débilmente a lo lejos aquellos gritos se fueron apagando en tímidos susurros y la soledad llama con su disfraz de tranquilidad en la cual me acurruco, me envuelvo y me abandono dejándome invadir por esta agradable sensación de pasear a la luz de la luna llena. Mágico contraste el de mi azul del cielo alumbrado por esa inmesa luna cuyos destellos me hacen sentir partícipe de un mundo inmeso, con su millón de peculiaridades, de formas de ser, de personas que como yo se dejan llevar por sensaciones y sentimientos propios y ajenos. Mágico sonido el crepitar de la hierba a mis pies, el vuelo de las aves nocturnas, la presencia del viejo árbol que una vez más, se despoja de su vestimenta para mostrarme su desnudez, su interior, su esencia.
Y aquí en este punto del día, las cosas se ven con mayor claridad, no hay miedos ni dudas, no hay disfraces ni máscaras, el alma al igual que el viejo árbol queda desnuda, trasparente y en ella puedes ver claramente tu propio reflejo, y discernir que hay de ti al acabar el día, que clase de ser habita en tu propio cuerpo, cuánto avanzas en tus sueños o cuanto retrocedes, sin metiras y sin tapujos; no hay nadie a quien engañar cuando cae la noche y te refugias en este bosque, salvo a ti misma si prefieres hacerlo, pero aún así no sirve de nada, porque ante tu propia desnudez no hay donde esconderse.
Paseos diarios, unos más largos, otros más cortos, pero paseos importantes de los cuales rescatar esa fortaleza que anida en tu interior y que es el motor para emprender cada nuevo día.

Te traje hasta aquí, hasta el umbral de mis sueños y fantasías, para mostrarte, para mostrarme, ese cielo mágico y espectacular que pinta el lienzo en el que vamos delineando nuestra propia vida y que queda grabado en algún lugar de este recóndito planeta como testimonio de nuestra existencia. Te traigo de la mano, te muestro mis estrellas favoritas, las luces centelleantes que recorren mi firmamento, los astros que mágicamente bailan para deleite de nuestras miradas emocionadas, que hacen recobrar la ilusión por los sueños perdidos. Cojo tu mano notando tu presencia, sabiendo que estás aquí acompañando mis pasos perdidos, siguiendo las huellas que nos llevan a este espacio pintado de colores que recreé para perderme, para perdernos.
Te muestro todo lo que soy en medio de esta enormidad que me hace sentir una minúscula partícula esencial en medio de todo este universo, que con su dulce movimiento hace que nuestra vida recobre el sentido. Te miro agradecida por haber tenido la osadía de llegar hasta aquí, hasta este umbral que separa la realidad de la fantasía con la que envuelvo todos los regalos que deposité para ti.
Te señalo el sendero por el que seguir vagando en nuestro dulce viaje, y pronto notamos como nuestros pies se elevan del suelo dejando atrás el viejo árbol que agitando sus hojas nos despide. Sabes que solo tienes que dejarte llevar para traspasar la frontera que separa tu realidad de mi fantasía.
¿Me sigues?..............


Los comienzos del Siglo XX trajeron consigo, entre otras cosas, la duda acerca de la validez de los sistemas de valores dominantes; cambios en los significados y, en definitiva, cambios en la concepción del mundo en general; no iba a ser menos en el Arte. En este ámbito se desafiaron los cánones del pasado. En palabras de N. Stangos, “El cuestionamiento y rechazo del pasado equivalieron a una verdadera revolución militante, que se expresó de manera conveniente en su caracterización como Vanguardias". Se produjo una explosión liberadora contra todo lo que suponía opresión y jerarquías establecidas.
Los movimientos artísticos estuvieron muy programados desde los comienzos, hasta se acompañaron de declaraciones, manifiestos, etc. Desde entonces ya nada sería igual.
Aquí tenéis una obra de el primer movimiento vanguardista, el Fauvismo. Esta es una obra de su partera, Henri Matisse. Su título: La alegría de vivir.
Hablaremos más acerca de Matisse y sus colegas fauvistas.

Gracias Juancho, por ser mi colaborador en esta entrada.

Si no me vas a leer no hace falta que te pongas en la lista...

Datos personales

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Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar de manera errónea, es mejor que no pensar....... HIPATIA DE ALEJANDRIA

GRACIAS JOSE ALFONSO

A Ruth Carlino (Viajando al desierto) .6 de Septiembre .Festividad de Ntra. Sra. de las Viñas .

"Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Se paga al nacer, peaje
y todo es peregrinaje,
cada cual con su bagaje
en pos del cierto accidente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Trenet de feria es la vida.
Bien a la vuelta o en la ida,
sobre raíles se olvida
que no es cierto lo aparente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Llega el otro y marcha el uno.
El de acá es más oportunoque el de allá,
no habiendo alguno.
Todo igual es diferente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Quién soy yo; por dónde voy;
cuál será mi destino hoy,
me pregunto, por qué estoy
si al estar, vivo en pendiente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente".

Jose Alfonso.
http://callejadelahoguera.blogspot.com/