El hombre de la esquina seguía allí un día más, y ya iban quince días, pensaba para sus adentros Emilio, que a sus doce años observaba con asombro todo cuanto le rodeaba. Se preguntaba qué hacía allí, por qué no iba a trabajar al igual que todos los adultos del barrio, se preguntaba también de donde había venido, dónde vivía, por qué se pasaba las horas sentado apoyado sobre aquel viejo sauce, y sobre todo, por qué nadie reparaba en su presencia.
Aquella mañana de sábado sin obligaciones escolares se le antojó propicia para intentar un acercamiento con el “extraño hombre” al cual llevaba llamando así desde que le vio por primera vez ya que desconocía su nombre. A medida que se acercaba notaba que había algo en aquella figura masculina que le imponía, pero sin embargo no sentía miedo, aquel hombre no le asustaba, más bien le conmovía. Al acercarse más descubrió aquellas pequeñas arrugas que se acumulaban en los ojos y en la comisura de los labios, dándole un rostro de ancianidad que asombró a Emilio, pues lo intuía mucho más joven.
Un tímido ¿hola? titubeante salió de la boca de Emilio, el cual no obtuvo ninguna respuesta por parte del hombre misterioso. De repente algo llamó sorprendentemente la atención del niño, una caja de madera chiquita apoyada en el tronco del sauce. Un deseo irrefrenable le movía a abrirla, una extraña fuerza de atracción se apoderó de él, necesitaba abrir aquella caja, algo desde su interior le llamaba con fuerza. Entonces el hombre levantó la vista clavando su mirada azul de acero sobre la de Emilio.
- Ten cuidado con lo que haces, la última vez que un renacuajo la abrió terminamos en la prehistoria, cazando jabalíes con una lanza. –dijo el hombre de forma contundente pero sin hacer nada por evitar que el niño se acercara a aquella mágica caja.
Por supuesto la advertencia llegó demasiado tarde, porque antes de que hubiera pronunciado la última palabra, la caja ya se hallaba abierta de par en par; y de ella se desprendían rayos luminosos que centelleaban por todas partes.
- Vuelta a empezar, ¡es que uno no se puede tomar ni unas pequeñas vacaciones! –dijo el hombre con resignación; y sin embargo Emilio pudo ver en los ojos del anciano brillos de entusiasmo e ilusión ante un nuevo viaje, el cual él mismo también ardía en deseos de emprender.
- ¡Agárrate fuerte! –gritaba en anciano.
- ¿De dónde me agarro? – preguntaba Emilio el cual no veía sitio donde agarrarse.
- Pues al tronco del sauce. –le explicaba el anciano mientras la superficie empezaba ya a temblar.
- ¿A dónde vamos? –preguntó intrigado Emilio.
- Pues tú sabrás. Al lugar de tus sueños. –respondió el anciano.
De repente todo el barrio había tomado una nueva dimensión, un extraño color ocre; las calles habían dejado de estar asfaltadas para convertirse en caminos terrosos con algunas piedras. El anciano agarró fuertemente al niño de la mano y ambos se dirigieron a lo que parecía un mercado, eso sí, no era un mercado cualquiera, sino un mercado medieval. Al grito de ¡Agua Va!, ambos dos intentaban avanzar sorteando el agua que las mujeres de la casa arrojaban por las ventanas. Se adentraron en el mercadillo mezclándose con la gente del lugar, mientras Emilio se miraba así mismo vestido con aquellos pantalones cortos color marrón que se le antojaban muy ridículos; sobre sus hombros lucía un chaleco a juego con los pantalones junto con una camisa gris. Pero lo que más le impresionaban eran aquellos mocasines puntiagudos con los que tanto le costaba caminar.
Emilio estaba eufórico, miraba alrededor con esos ojos que envuelven la sorpresa de la novedad, que descifraban aquello con lo que siempre había soñado, y que sólo había podido acceder a través de los libros de la biblioteca de su abuelo.
El ajetreo de los caballos que cruzaban las callejuelas, los puestos de venta de comida y artesanía, las águilas que surcaban el cielo y hasta una hechicera que decía adivinar el futuro, junto con un joven ladronzuelo huyendo con un queso bajo el brazo, completaban aquella pintoresca estampa.
- A todos los señores de la villa, se les comunica que se anda buscando por casas y rincones, al joven caballero portador de sueños. El Señor Marqués junto con sus lacayos acudirá hoy al mercado, pues cuentan los rumores de la corte, que el joven Sir Surik se halla por estas tierras huyendo de su deber y responsabilidad de guiar a las gentes hacia sus bellos sueños e ideales. -dijo el pregonero.
- Mi señor, ciertamente dicho caballero se anda por aquí, hasta mí llegó su perfume de sueños encantados. Sería menester preguntarle a la hechicera, pues ella con su magnífica intuición ha ayudado en otras ocasiones a vislumbrar caminos que se antojaban oscuros. –habló el quesero.
- El joven sir Suri, anda de la mano de un anciano, lo vi pasar hace ya un rato. –sentenció la hechicera.
La búsqueda no costó mucho, y en un instante el anciano y el niño se vieron rodeados por todo un tropel de gente que aclamaba: ¡Sir Surik, Sir Surik! ¡Es él, es él!
Un carruaje se detuvo ante ellos, y el Señor Marqués acompañado del Caballero de la Luz descendió salvando los escalones que le separaban del suelo. Pronto una espada se deslizaba suavemente por el hombro derecho de Emilio al cual el anciano había obligado a hincar una rodilla en el suelo.
- Mi querido Caballero, yo le declaro Sir Surik, portador de todos los sueños del reino, hacedor de magias, reclutador de nostalgias y melancolías; y en definitiva, repartidor de felicidad de todos los habitantes de estas tierras. Ahora debe cargar con su legado del cual ya no puede huir, y sembrar las semillas que se depositan en su interior allá donde sus pasos le conduzcan, en estos tiempos y en tiempos futuros, en esta vida y en vidas venideras.
El suave aleteo de una mariposa azul sobre su rostro, despertó a Emilio, o sir Surik, del letargo al que se había entregado junto al tronco de un sauce. Volvía así a su “mundo normal”, pero junto a él una caja de madera, que al abrirla sorprendía con un mensaje envuelto en pergamino, en el que se leía: Sir Surik, en esta vida y en vidas venideras.
Aquella mañana de sábado sin obligaciones escolares se le antojó propicia para intentar un acercamiento con el “extraño hombre” al cual llevaba llamando así desde que le vio por primera vez ya que desconocía su nombre. A medida que se acercaba notaba que había algo en aquella figura masculina que le imponía, pero sin embargo no sentía miedo, aquel hombre no le asustaba, más bien le conmovía. Al acercarse más descubrió aquellas pequeñas arrugas que se acumulaban en los ojos y en la comisura de los labios, dándole un rostro de ancianidad que asombró a Emilio, pues lo intuía mucho más joven.
Un tímido ¿hola? titubeante salió de la boca de Emilio, el cual no obtuvo ninguna respuesta por parte del hombre misterioso. De repente algo llamó sorprendentemente la atención del niño, una caja de madera chiquita apoyada en el tronco del sauce. Un deseo irrefrenable le movía a abrirla, una extraña fuerza de atracción se apoderó de él, necesitaba abrir aquella caja, algo desde su interior le llamaba con fuerza. Entonces el hombre levantó la vista clavando su mirada azul de acero sobre la de Emilio.
- Ten cuidado con lo que haces, la última vez que un renacuajo la abrió terminamos en la prehistoria, cazando jabalíes con una lanza. –dijo el hombre de forma contundente pero sin hacer nada por evitar que el niño se acercara a aquella mágica caja.
Por supuesto la advertencia llegó demasiado tarde, porque antes de que hubiera pronunciado la última palabra, la caja ya se hallaba abierta de par en par; y de ella se desprendían rayos luminosos que centelleaban por todas partes.
- Vuelta a empezar, ¡es que uno no se puede tomar ni unas pequeñas vacaciones! –dijo el hombre con resignación; y sin embargo Emilio pudo ver en los ojos del anciano brillos de entusiasmo e ilusión ante un nuevo viaje, el cual él mismo también ardía en deseos de emprender.
- ¡Agárrate fuerte! –gritaba en anciano.
- ¿De dónde me agarro? – preguntaba Emilio el cual no veía sitio donde agarrarse.
- Pues al tronco del sauce. –le explicaba el anciano mientras la superficie empezaba ya a temblar.
- ¿A dónde vamos? –preguntó intrigado Emilio.
- Pues tú sabrás. Al lugar de tus sueños. –respondió el anciano.
De repente todo el barrio había tomado una nueva dimensión, un extraño color ocre; las calles habían dejado de estar asfaltadas para convertirse en caminos terrosos con algunas piedras. El anciano agarró fuertemente al niño de la mano y ambos se dirigieron a lo que parecía un mercado, eso sí, no era un mercado cualquiera, sino un mercado medieval. Al grito de ¡Agua Va!, ambos dos intentaban avanzar sorteando el agua que las mujeres de la casa arrojaban por las ventanas. Se adentraron en el mercadillo mezclándose con la gente del lugar, mientras Emilio se miraba así mismo vestido con aquellos pantalones cortos color marrón que se le antojaban muy ridículos; sobre sus hombros lucía un chaleco a juego con los pantalones junto con una camisa gris. Pero lo que más le impresionaban eran aquellos mocasines puntiagudos con los que tanto le costaba caminar.
Emilio estaba eufórico, miraba alrededor con esos ojos que envuelven la sorpresa de la novedad, que descifraban aquello con lo que siempre había soñado, y que sólo había podido acceder a través de los libros de la biblioteca de su abuelo.
El ajetreo de los caballos que cruzaban las callejuelas, los puestos de venta de comida y artesanía, las águilas que surcaban el cielo y hasta una hechicera que decía adivinar el futuro, junto con un joven ladronzuelo huyendo con un queso bajo el brazo, completaban aquella pintoresca estampa.
- A todos los señores de la villa, se les comunica que se anda buscando por casas y rincones, al joven caballero portador de sueños. El Señor Marqués junto con sus lacayos acudirá hoy al mercado, pues cuentan los rumores de la corte, que el joven Sir Surik se halla por estas tierras huyendo de su deber y responsabilidad de guiar a las gentes hacia sus bellos sueños e ideales. -dijo el pregonero.
- Mi señor, ciertamente dicho caballero se anda por aquí, hasta mí llegó su perfume de sueños encantados. Sería menester preguntarle a la hechicera, pues ella con su magnífica intuición ha ayudado en otras ocasiones a vislumbrar caminos que se antojaban oscuros. –habló el quesero.
- El joven sir Suri, anda de la mano de un anciano, lo vi pasar hace ya un rato. –sentenció la hechicera.
La búsqueda no costó mucho, y en un instante el anciano y el niño se vieron rodeados por todo un tropel de gente que aclamaba: ¡Sir Surik, Sir Surik! ¡Es él, es él!
Un carruaje se detuvo ante ellos, y el Señor Marqués acompañado del Caballero de la Luz descendió salvando los escalones que le separaban del suelo. Pronto una espada se deslizaba suavemente por el hombro derecho de Emilio al cual el anciano había obligado a hincar una rodilla en el suelo.
- Mi querido Caballero, yo le declaro Sir Surik, portador de todos los sueños del reino, hacedor de magias, reclutador de nostalgias y melancolías; y en definitiva, repartidor de felicidad de todos los habitantes de estas tierras. Ahora debe cargar con su legado del cual ya no puede huir, y sembrar las semillas que se depositan en su interior allá donde sus pasos le conduzcan, en estos tiempos y en tiempos futuros, en esta vida y en vidas venideras.
El suave aleteo de una mariposa azul sobre su rostro, despertó a Emilio, o sir Surik, del letargo al que se había entregado junto al tronco de un sauce. Volvía así a su “mundo normal”, pero junto a él una caja de madera, que al abrirla sorprendía con un mensaje envuelto en pergamino, en el que se leía: Sir Surik, en esta vida y en vidas venideras.
16 beduinos en el desierto:
ya te he dicho lo que pienso jejej
Yo también dije un par de cosillas y me reafirmo. Esa caja...a muchos nos hubiera gustado abrirla. Bésix
P.d. Te mandé mail de aclaración a la dirección de tu perfil. Perdone usted el atrevimiento. jejeje
Menudo abanico de sueños, si me la prestaran.....Tantossssss....
ABrazos....
Gracias Leinad, sí lo sé.
Besos guapo.
Hola Calvarían ahora miro el e-mail.
Gracias por tu apoyo.
Por cierto, he visto tu club de fans, joer qué tío, voy a tenerte que poner la alfombra roja igual que a Carlota de Brei para que no te ensucies los pies de arenilla, aunque pensando que vienes del mar, igual hasta te gusta.
Besos.
Hola Erik, si te gustan los sueños sigue soñando, incluso despierto.
Gracias por tus fieles visitas.
Besos.
HOLA amiga ESTA MUY BONITA TU ENTRADA SIGAMOS SOÑANDO, QUE TENGAS MUY BUENAS NOCHES Y TERMINES BIEN EL RESTO DE LA SEMANA ABRAZOSSSS DE TU AMIGO..
♣ CHRISTIAN♣
Gracias Chrisss que tengas dulces sueños y feliz media semana.
Besos.
Me ha encantado Ruth.
Enhorabuena por este relato.
Creo que la cajita mas compleja, sorpresiva y dificil de abrir, aunque suena raro....es el interior de nuestro espiritu!
Un beso grande Ruth, hermoso compartirnos esto, gracias!
Gracias Adelaida, celebro que te guste.
Un beso.
Coincido contigo Carina. Abrir nuestra propia Caja de Pandora y enfrentarnos a nosotros mismo es todo un reto que no todos conseguimos.
Besos guapa.
Ainssss
Ainssssss??????????
Muax
...Y sir Surik tal como se le había encomendado, fue sembrando en esa vida las Semillas de la Justicia, la Igualdad, la Libertad,Solidaridad, Amor, Generosidad, Alegría,...y aún están naciendo las Plantas resultantes de aquellas Semillas haciendo que fructifique un Mundo Mejor para todos los Habitantes del Mundo, aunque todos sabemos que se requiere Paciencia, Constancia,...y cuidados muchos cuidados, regar la Planta todos los días y que le dé el Sol en su justa medida, en la Esperanza de que un día Florezca ese Mundo Mejor que todos/as esperamos..."
No sé Ruht si esto de escribir cuentos es lo mío pero no pude resistir la tentación de continuar tu Cuento de la forma que a mí me gustaría...
Enhorabuena por tu Imaginación y tu Talento para Escribir estas Historias con las que nos deleitas...
Un Abrazo y Besos
Oye Mariaje, pues no se te da nada mal, por qué no lo intentas???
Besos guapa y gracias por regalarnos un poquito de tu imaginación.
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