La mañana se presentó cálida y apacible, con un cielo azul inmenso que invitaba a salir y pasear perdiéndose en algún lugar recóndito que la naturaleza tejiera para estos días primaverales. El despertador hacía media hora que había sonado con esa dulce melodía que tanto trabajo le había costado bajarse de la red. Asomada a la ventana decidió que hoy no era un buen día para ir a trabajar, sino para disfrutarlo en toda su inmensidad; para perderse, para abandonarse y para reencontrarse. Hacía ya mucho tiempo que no se dejaba llevar por la locura intrínseca que gobernaba su interior, aplacada bajo los signos de normalidad que quería aparentar, esos signos que la agotaban mucho más que ser ella misma, pero sin los cuales se hacía difícil sobrevivir en medio de una vorágine de personas que se limitaban a seguir el patrón de sus vidas cuadriculadas, y que raramente aceptaban aquello que se salía de su norma, marcada de generación en generación, con raíces en la tierra maltrecha, convertida hoy en cemento y hormigón por aquello que llaman civilización.
Pero hoy era un día diferente, la naturaleza la llamaba con sus cantos de sirena atrayéndola hacia viejas experiencias renovadas. Escuchaba con atención el sonido de la brisa suave, el baile de los brotes de las hojas de los árboles de la avenida, el crepitar de sus ramas al enlazarse unas con otras; y quería más, ansiaba más, poder fundirse con la tierra, embriagarse de los aromas que de lejos percibía, huir de aquella monotonía rancia que tanto le alejaba de disfrutar de todo aquello que aquel día le regalaba.
Por primera en vez en mucho tiempo, el uniforme se quedó colgado en el galán de noche; Se puso su jersey preferido, uno rojo de hilo con cuello de cisne y unos vaqueros que aunque viejos y desgastados, eran con los que más a gusto se sentía, cogió la chaqueta y salió de casa sin intención ni rumbo, sus pasos la llevarían hasta el punto donde quería situarse. Una extraña euforia gobernaba su ánimo dibujándole la mejor de sus sonrisas y la más franca.

Pronto llegó hasta aquel bosque que lindaba con algunas huertas de vecinos del pueblo, los cuales la saludaban al pasar pero no sin abandonar aquella expresión entremezclada de rareza y extrañeza al verla por allí. Se adentró un poco más hasta percibir que se encontraba a solas con su soledad compartida con el entorno cada vez más salvaje. Sus ojos despertaron del letargo en el momento en que el esplendor del colorido de las flores recién nacidas le estrecharon entre sus brazos, sus oídos parecieron resucitar cuando escuchó el sonido de la tierra ante sus pisadas, su olfato se estimuló al percibir la exquisita fragancia de la tierra húmeda y de las flores del bosque, su tacto dejó de estar enmudecido al notar la suave y aterciopelada textura de la tierra escurriéndose entre sus dedos, y por último su paladar pareció cobrar vida al saborear las moras silvestres que adornaban aquel paraje.
La mañana transcurrió entre susurros y confidencias, sintiéndose ella misma como jamás había sentido antes, alimentándose de aquellas sensaciones que había dejado olvidadas en el transcurso de los años, y convirtiéndose en niña de nuevo, más niña de lo que había sido en su infancia. Alejada del mundanal ruido tenía la sensación de haber regresado a su hogar, a esa morada que incendiaba su alma.
De regreso a casa, con los bolsillos de la chaqueta repletos de moras, perdida en sus pensamientos, afligida por el hecho de tener que volverse a sumergir en la normalidad de una sociedad poco hecha para ella, siente algo nuevo en su interior, es como si esta vez la propia naturaleza no se quedara en el mismo bosque esperando su regreso, sino que esta vez parece acompañarla, como si parte de aquella estampa formara ahora parte integrante de su ser, como esencia renacida de aquello que un día llevó consigo pero que con los años quedó abandonado en el camino de una vida incierta. Contaminada de nuevo con su veneno particular, nota el corretear de la sangre inyectada en sus venas, con la firme proposición de pintar con él la superficialidad de la normalidad que a menudo le vendían aquellos sofistas traficantes de ideas.






Ruth: 24/2/10

6 beduinos en el desierto:

Ruth, me Encanta el Relato, ¡Ojalá se pudiera una evadir del trabajo así de fácil- cuando se tiene claro está- decir de repente: hoy no me apetece trabajar, me voy a perder por ahí en medio de la Naturaleza ...Fantastica programación para un día libre!.
Besos Amiga

Por un dia dejó de disfrazarse como le requiere la "sociedad" y fué ella misma

Gracias Mariaje, por tu visita y por tus aportaciones y por tus halagos que no creo yo que sean tan merecidos, pero que siempre vienen bien.

Que tengas un feliz finde.

Besitos.

Sí Leinad, veo que has captao el mensaje a la perfección, me gusta.

Besitos.

Magnífico este relato.

Renacer... renacimiento... hacerse primvaera... llenarse de la belleza de la vida y llevarla dentro...

Delicioso de leer, de interiorizar, de disfrutar y de recordar...

Enhorabuena, una vez más, Ruth. Un gran abrazo. Y que no falte...

Muchas Gracias Suri por tus hermosas palabras, siempre tan bien recibidas.

Que no me falten a mí tus abrazos.

Un beso mi precioso ser.

Si no me vas a leer no hace falta que te pongas en la lista...

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Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar de manera errónea, es mejor que no pensar....... HIPATIA DE ALEJANDRIA

GRACIAS JOSE ALFONSO

A Ruth Carlino (Viajando al desierto) .6 de Septiembre .Festividad de Ntra. Sra. de las Viñas .

"Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Se paga al nacer, peaje
y todo es peregrinaje,
cada cual con su bagaje
en pos del cierto accidente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Trenet de feria es la vida.
Bien a la vuelta o en la ida,
sobre raíles se olvida
que no es cierto lo aparente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Llega el otro y marcha el uno.
El de acá es más oportunoque el de allá,
no habiendo alguno.
Todo igual es diferente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Quién soy yo; por dónde voy;
cuál será mi destino hoy,
me pregunto, por qué estoy
si al estar, vivo en pendiente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente".

Jose Alfonso.
http://callejadelahoguera.blogspot.com/