Recobro el aliento perdido sentándome junto a la ventanilla, cuando nuevamente el tren se pone en movimiento lentamente para ir entregándose progresivamente a la velocidad para la que fue engendrado. Siento el efecto de la inercia sobre mi cuerpo ya desacostumbrado a los vaivenes y al sutil movimiento, al que pronto voy acostumbrado cada órgano de mi cuerpo. Pierdo la vista en aquel paisaje de marrones y ocres que se aleja tras de mí, mientras fijo sutilmente la mirada en la instantánea diminuta de la cuidad dormida, que se difumina por segundos y de la cual veo emerger largos brazos, como queriendo atrapar aquel tren con el que me alejo para descubrir aquello que ni siquiera sé si existirá realmente, aquello con lo que he soñado desde el momento en que decidí no entregarme a la somnolencia general y soñar despierto, pero soñar realmente, para cubrir de vida los sueños, aquello que inútilmente traté de contar a los seres con los que cohabitaba en aquel espacio y tiempo que sin duda no era el mío, aquello que yo llamo "La Cuidad Azul" y que vagamente fue catalogado como sueños de bohemio loco.

Vuelvo a situarme nuevamente en el interior de mi ansiado tren, alejándome de aquel paisaje que me devuelve el entorno, pues es tan despreciable y miserable como la propia cuidad dormida; y es en ese preciso instante en que vuelvo la vista cuando los descubro ahí sentados asimétricamente, separados los unos de los otros por un asiento o una hilera de los mismos, con sus caras cadavéricas enclavadas en mí, y un sudor frío recorre nuevamente mi espalda para latigar mi espina dorsal. Instintivamente me observo a mí mismo, para ver si mi imagen es la misma que desprenden ellos mismos, pues allí parecen todos iguales, y con alivio descubro que yo sigo siendo yo a pesar de todos estos avatares de mundos perdidos en los que estoy inmerso; pero una duda atenaza mi mente, y me pregunto inquisitivamente cómo me verán ellos, pues igual ven en mí también los trazos de la osamenta que cubre mi cuerpo reflejando así la misma imagen cadavérica que ellos me transmiten; pero el hecho de que todos y cada uno de ellos me mire tan fijamente me da a pensar que de algún modo intuyen algo diferente en mí, algo que no es común entre todos ellos, algo que quizás hasta les infunda miedo o temor, aunque realmente el asustado siga siendo yo mismo.
Por un momento empiezo a desesperar con la idea de haberme equivocado de tren, ya que con las prisas cogí el tren que había allí detenido sin pararme a pensar cuál era ni a dónde se dirigía, pero la verdad es que el tiempo no jugaba en mi favor y quizás de haber entrado en planteamientos profundos hubiese perdido la única oportunidad que se me ofrecía. Sigo mirando sus cóncavos ojos convertidos en sendos agujeros negros, temiendo acabar en otra cuidad peor aún que la cuidad dormida, quizás la cuidad cadavérica.

Trato de huir de aquel desasosiego general mientras el tren sigue avanzando sin detenerse tan siquiera en otra mísera cuidad de la que rescatar a más personas con deseos y esperanzas de escapar de allí, mientras el tiempo sin vida sigue apoderándose del paisaje de aquel extraño viaje acabado de emprender.

De repente escucho el chirriar del tren y aquel inesperado frenazo que hace que la inercia me empuje hacia delante casi cayendo sobre el asiento delantero, mientras que a todos mis compañeros de viaje parece que aquella sacudida no les importe demasiado, como si sus cuerpos realmente estuviesen muertos siguen quietos, con la cara cadavérica vuelta hacia mí y sin hacer el mínimo movimiento. Parece que el tren se ha detenido pero las puertas no se abren como en la cuidad dormida, sigue quieto, y empiezo a preguntarme si el conductor también será uno de estos que me acompañan y me desesperan. Por la ventanilla veo pasar a la gente por el exterior, debemos estar en otra cuidad del perimundo, me asombra el hecho que de todos caminen hacia atrás, mientras cae de nuevo mi alma en picado al descubrir otra cuidad más de muertos en vida, gentes ajenas las unas de las otras, que a pesar de andar de espaldas ni siquiera se rozan.


Nervioso espero que el tren siga su curso, que me lleve a otro lugar, que mi destino sea el que soñé...
Ruth: 27/12/10

8 beduinos en el desierto:

Ιωάννην

חיפוש

Yo no sé Griego, Ruth pero me parece un Relato Excelente igual que el que le precedía...
¡Enhorabuena!, ¡Ojalá el viajero ó la Viajera, llegue al Destino que siempre había Soñado...!
Besos

Buenas noches Mariaje. Lo que escríbía Bernardo era griego, y yo mío hebreo, ¿difícilimente nos vamos a entender verdad??? Yo tampoco sé ni una lengua ni la otra, es sólo una coña entre nosotros dos. Al final de la historia se desvelarán esas dos palabras mágicas.

Gracias por estar siempre aquí.

Besos.

Me siento terriblemente identificado... y no voy a decir más...ejem!!

Sobran las palabras cuando uno te dice que se siente identificado, sin embargo esas pocas palabras se agradecen.

Besos.

Vaya compañía...leches--- Seguimos

Bésix

Sí, enfrentarse a los propios fantasmas siempre es tarea ardua, pero hay que hacerlo, siempre es mejor eso que huir de ellos, y una de dos, o los vences, o aprendes a convivir con ellos de forma sana, no queda otra.

Besos Calvin.

Si no me vas a leer no hace falta que te pongas en la lista...

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Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar de manera errónea, es mejor que no pensar....... HIPATIA DE ALEJANDRIA

GRACIAS JOSE ALFONSO

A Ruth Carlino (Viajando al desierto) .6 de Septiembre .Festividad de Ntra. Sra. de las Viñas .

"Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Se paga al nacer, peaje
y todo es peregrinaje,
cada cual con su bagaje
en pos del cierto accidente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Trenet de feria es la vida.
Bien a la vuelta o en la ida,
sobre raíles se olvida
que no es cierto lo aparente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Llega el otro y marcha el uno.
El de acá es más oportunoque el de allá,
no habiendo alguno.
Todo igual es diferente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Quién soy yo; por dónde voy;
cuál será mi destino hoy,
me pregunto, por qué estoy
si al estar, vivo en pendiente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente".

Jose Alfonso.
http://callejadelahoguera.blogspot.com/