Hoy se celebra el Dia Mundial del Sindrome de Down, y yo, en una de mis quimeras, quisiera que este día no fuera un "recordatorio" de que existen personas que padecen este trastorno génetico, que no se convirtiera en una fecha más en el calendario de días mundiales o internacionales, en el que acordarnos todos por un momento de este colectivo.
Hoy, una de las noticias "estrella" de los informativos, es que por primera vez en España un síndrome de down, daba su primera clase en un centro de enseñanza. Ante esta noticia me surgían dos sentimientos contrapuestos, por un lado, me emocionaba y sentía alegría, de que esta persona a pesar de su discapacidad haya superado todas las barreras y llegado ha integrarse de modo tan eficaz en una sociedad cambiante que cada vez exige más productividad, competitividad y talento. Por otra parte me entristecía al pensar que este chico "era noticia" por lo raro, lo nunca visto, cuando tendríamos que ofrecer posibilidades para que esto se diera con la total naturalidad, para que no nos sorprendiera.
Yo, como futura Educadora Social, y como estudiante en prácticas en un Centro Ocupacional de Discapacitados Psíquicos, abogo porque sean ellos mismos los que encuentren sus propias limitaciones, y que estas no sean fruto de una sociedad que les imponga lo que pueden o no pueden hacer; y para que esto se pueda dar con total eficacia hacen falta recursos, muchos más de los que se ofrecen, hace falta entre otras cosas que las subvenciones lleguen a tiempo, que los centros dispongan de más recursos humanos y materiales, que no existan listas de espera para poder ingresar en centros de este tipo, que los gobiernos se apliquen en esta materia, que no creen centros con el único propósito de apartar el problema o de acallar la boca de las muchas organizaciones y asociaciones de padres y madres con hijos con discapacidad psíquica.
En definitiva, hace falta mucho empeño por parte de todos, para llegar a la integración de estas personas, que es mucho más que la simple aceptación.