"Ella le dijo:
- Quédate quince minutos más, por favor.
Y él le respondió:
- Lo siento tengo que ir a poner gasolina al coche"

Quizás esta conversación íntima entre F y L no debía haberla escuchado, pero la casualidad o causalidad hizo que hasta mis oídos llegasen aquellas palabras que envolvían la estancia en la que los tres nos encontrábamos. Me quedé mirando como se despedían de aquella forma tan fría, pero mis ojos pronto dejaron de mirar aquellas figuras humanas, y aunque siguieran clavados en ese instante, en esas presencias, mi mente ya divagaba a miles de km de allí, sumergida en mis propios pensamientos, y en las muchas veces que quizá yo, actué del mismo modo.

A veces somos tan necios de dar tanta importancia a cosas intrascendentes y triviales que somos incapaces de ver más allá de nuestras propias narices, de pensar en la otra persona que tenemos enfrente, de preguntarnos por qué reclama nuestra presencia; nuestra atención.

Yo que conozco muy bien a L y creo que también a F aunque ya empiezo a perder ciertas seguridades, sé que ella necesitaba esos quince minutos. A veces adquiere actitudes infantiles, pidiendo tonterías sólo por asegurarse que los que la rodeamos estaremos ahí; es su forma de reafirmar que cuando nos necesite de verdad también estaremos, pero esto último no se lo puede asegurar nadie ni quedándose quince minutos más. Quizá esta vez era diferente, porque en los últimos días ella se había abandonado a una especie de ausencia hacia todo y a todos, con un alo de tristeza impregnada en su rostro, quizá ella necesitara desesperadamente una mano amiga, pero fue a recurrir a alguien que necesitaba gasolina.

A veces, pequeñas conversaciones me infunden grandes reflexiones; cuánto tiempo invertimos en sentirnos importantes y ni siquiera se nos pasa por la cabeza hacer sentir importante al prójimo. Cuántas veces hablamos y hablamos, contamos nuestras mil peripecias, y somos incapaces de escuchar al otro, de preguntárle cómo estás, o qué te pasa; estamos tan inmersos en nuestras individualidades que carecemos de los recursos necesarios para percibir a los demás sin necesidad de que nos digan que están bien o mal.

La paradoja de todo esto es que seguramente si LD, CL, Jy, S, A, o cualquiera de ellos hubiese llamado a F, él hubiese parado el tiempo para escuchárles, creyendo que era su obligación, pero con L no pasaba igual, ella no formaba parte del trabajo. Paradójicamente siempre prestamos más atención a los de fuera que a los de dentro. Y tantísimas veces nos perdemos en la efímera e inalcanzable felicidad propia, que no nos damos cuenta, que con gestos sencillos podemos hacer felices a los demás, ayudarles a alcanzar su efímera e inalcanzable felicidad. Realmente pienso que es muy difícil hacerse con la felicidad por cuenta propia, que la única forma de alcanzarla es haciéndonos felices los unos a los otros, porque es mucho más fácil hacer sonreír a la otra persona que hacerse sonreír a uno mismo.

Seguramente a L ya ni le importen los quince minutos, ni siquiera piense en ellos, o sí; pero sé que acabara dándole menos importancia que yo que soy la que menos viene al caso; y aunque sumergida en mis propias paranoias seguiré pensando que merecía la pena quedarse quince minutos y correr un poco más después, si con ello otra persona se sentía feliz por quince minutos; al fin y al cabo nos pasamos la vida corriendo, se hubieran podido recuperar esos quince minutos, de eso estoy segura, tan sólo eran quince minutos. Y ahora, mientras resuena en mi mente aquella vieja canción de Rossana (yo pa ti no estoy), sigo sumergida en los pensamientos de mis propias letras.

17 beduinos en el desierto:

Hola preciosa. Pues tienes mucha razón. Lo malo es que no siempre tenemos tiempo para todos y es verdad, que tal vez, en ocasiones, dejamos "tirados" a aquellos que más nos necesitan.
Procuro estar siempre disponible, pero estoy segura de que he fallado muchas veces...
Un beso, mi niña.
Natacha

Te honra pensar en los demás...

De acuerdo con Natacha, pensar en lo que sentirán los demás te honra y mucho, es cierto que igual a veces no se tienen 15 minutos aunque se quiera si se trata de acudir a una Urgencia, pero vamos ¡dejar de escuchar a alguien 15 minutos que se pasan rapido,por ir a cargar gasolina...es una mala excusa...!. De todas formas hay de todo en la viña del Señor como dicen, y he conocido yo personas que sólo saben hablar de ellas mismas y acaparan toda la atención de los demás, y aburren aunque sean 5 minutos los que les escuches, yo tenia una compañera de piso que era así...así que todo depende de la persona que te pida los 15 minutos...
Un Fuerte Abrazo y Besos

Muy buena reflexión. No cabe decir nada. Por tanto me callo.
Un beso.
Diego

HOLA MI KERIDA RUTH

CORAZON EN OCAIONES ESOS 15 MINUTOS SON VITALES PERO PARA RESIVIRLOS HAY K DARLOS

TE DEJO UN FUERTE ABRAZO Y SALUDOS A TODOS

TE KIERE TU AMIGA


HADA 31

Hola Ruth.
¡Cuanta razón tienes!
Solemos escuchar menos a propios que a extraños, siendo que a veces los que nos rodean nos necesitan mucho más. Tal vez pensemos que estarán ahí siempre... y perdemos un tiempo precioso creyendo que se recuperará mañana.

Lástima que el tiempo que se va no vuelve nunca más.

Un beso y felicidades por tu nuevo post, que como siempre está lleno de reflexión, sensibilidad e inteligencia.

Hola Natacha, así somos de imperfectos los seres humanos.

Gracias por la visita.

Besitos.

Querida Mariaje, no se trataba en sí de dar quince minutos, sino de percibir lo importantes que eran para la otra persona, y más cuando se supone son amigos íntimos.

Besos.

Gracias Diego por tu presencia y por tu fidelidad.

Besos.

Me alegra verte por aquí Hada 31, aunque para mí siempre serán Luna jajaja.

Besos guapa.

Adelaida gracias por leer y entender.

Es un placer tenerte por aquí.

Besos.

Un antiguo sabio estableció una regla de oro: Tratá a los demás como querés que te traten. Qué difídil es ser tan atentos, diligentes, generosos, o indulgentes, con los demás, como lo somos con nosotros mismos. O como nos gustaría que fueran con nosotros.
saludos.
(muy lindo en dalí agrandado)

Querido amigo, gracias por tus palabras tan llenas de sabíduría y por comprender el mensaje que quería transmitir con ellas.

En cuanto al Dalí, decirte que me costó encontrarlo, porque si le ponía reducir hasta ajustar entoncs se volvía pequeñito y si lo ponía tal cual se salía de la plantilla. Así que tuve que probar muchos hasta dar con el que se ajustaba al espacio sin necesidad de reducirlo automáticamente.

Besos Lubi.

MMM,,, tal vez en preconcebido una idea con esa L y esa F, e imagino dos nombres, espero que todo este bien. Muchos besos

Por cierto, estoy en el ciber, pantalla plana etc... y tú columna sigue caída

La "F" te confunde, por supuesto que no es Ferri jajaja, además nosotros no temos coche.

Entonces deben ser los de Guissona que no ven bien el blog, pero aún siguen siendo minoría jejeje.

Besos Leinad.

que lindo Ruth, precioso...

Gracias, muchos besos.

Si no me vas a leer no hace falta que te pongas en la lista...

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Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar de manera errónea, es mejor que no pensar....... HIPATIA DE ALEJANDRIA

GRACIAS JOSE ALFONSO

A Ruth Carlino (Viajando al desierto) .6 de Septiembre .Festividad de Ntra. Sra. de las Viñas .

"Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Se paga al nacer, peaje
y todo es peregrinaje,
cada cual con su bagaje
en pos del cierto accidente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Trenet de feria es la vida.
Bien a la vuelta o en la ida,
sobre raíles se olvida
que no es cierto lo aparente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Llega el otro y marcha el uno.
El de acá es más oportunoque el de allá,
no habiendo alguno.
Todo igual es diferente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Quién soy yo; por dónde voy;
cuál será mi destino hoy,
me pregunto, por qué estoy
si al estar, vivo en pendiente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente".

Jose Alfonso.
http://callejadelahoguera.blogspot.com/