A simple vista atrapó mi mirada, aquella mañana tras una cristalera, y tras unos nefastos intentos de acercamiento por mi parte, de los cuales aprendí que los parámatros que se consideran normales no sirven para miradas profundas, conseguí enfrentarme a su mirada. Me gusta esa sensación de entablar conversación con ojos silenciosos, los cuales, a veces llegan a hablarte más que la propia palabra. Aquellos ojos hablaban de una extraña independencia donde yo, esperaba encontrar todo lo contrario; esos ojos también me hablaron de decisiones autónomas que yo no creía importaran a nadie, pero que a mí llegaron a importarme; me hablaron también de dignidad, algo que yo creía perdida desde el momento en que la vi allí sentada. Pero quizás lo que más me impactó es que sus ojos me transmitieron libertad, una extraña libertad que se escapaba de mi corto entendimiento forjado a base de "normalidad". Todas las demás facciones de su rostro y de sus manos desnudas, dejaron de llamar mi atención, ya sólo podía fijar mi mirada en la de ella, y paradójicamente, la que sintió inferioridad ante aquella situación fui yo misma.
Sinceramente creo que la que ha salido ganando en el intercambio algo accidentado que hemos mantenido he sido yo, porque aunque ella no tenga nada material que ofrecerme, con su actitud me transmite lecciones que zarandean todas mis bases normalistas, que me confrontan conmigo misma, que me hacen replantear puntos de vista e incluso mis propios principios.
He de reconocer que me chantajea, pero es un chantaje consentido e incluso agradecido, billetes de tren a cambio de dejarme escudriñar su alma un ratito, sin ninguna conversación trascentende, incluso escasa porque yo no entiendo el búlgaro y ella habla poco español, pero sin duda merece la pena.
Se llama Nadeza y sigue sentada en una fachada cualquiera entre una joyería y una farmacia, -tierra de nadie- me dijo anteayer, porque el joyero no tuvo valor de echarla de su bonita fachada mediocre de joyería, y llamó a los municipales para que perpetraran tal acción; así que ahora se desplazó unos metros del portal en el linde entre la joyería y la farmacia, tierra de nadie.
No adjunto imagen alguna, porque Nadeza no me deja hacerle fotos y no quiero poner ningún otro rostro que no sea el suyo, porque aunque parezcan todos los rostros iguales entre los indigentes, ella tiene el suyo propio al igual que los demás.

14 beduinos en el desierto:

Que belleza.
Cuando uno logra entender el lenguaje de los ojos de otra persona, las palabras muchas veces salen sobrando.
A la espera de más historias de la mirada profunda.
Un abrazo.

Este es, literalmente, un relato de la mirada profunda.

Tu vocación solidaria y tu capacidad de mirar sin prejuicios ni complejos es realmente admirable y conmovedora.

Lo tomo como un ejemplo de lo que debería hacer yo, y no hago. Tomo la lección y te entrego mi admiración.

Un gran abrazo, querida amiga.

Saber mirar. Ahí está la base de todo en la vida. Saber mirar. Pero, ¿quién vive? Y, ¿quién sabe hacerlo?
Buen relato. Buena prosa.
Un beso.
Diego

Querida Brisa, un placer reencontrarte por los senderos de este desierto.

Besos.

Querido amigo Suri, no hay tanto de loable. He llegado a la conclusión de que no miro ni actúo con tantos prejuicios, pero no por ello carezco de los mismos. Yo no miraba a Nadeza como los demás, de forma indiferente, por lo menos reaparaba en ella, reparé la primera vez en aquel almuerzo y seguí rasgasndo la superficie. Pero eso no tiene nada de loable cuando ella me ha enseñado que mis parámetros tampoco son los de ella, que ella no quiere cualquier cosa, que ella quiere lo que quiere y que no está ahí para lavar de ningún modo mi conciencia. Ya te digo que los encuentros has sido duros, pero yo he aprendido mucho.

Besos mi querido trovador.

Querido Diego, agradezco tus palabras, al igual que me deleito en tus propias mirandas profundas.

Gracias.

Besos.

¿Qué lecciones son esas que zarandean tus "bases moralistas" y hacen que te replantees tus propios principios?

¡Cómo nos desafían la libertad y la independencia de Nadeza y de todos los que no están ajustados a "nuestra normalidad"!

Querido Bernardo, la frase "bases normalistas" no moralistas, pero tu puntillosa pregunta me gusta.

En cuanto a esas bases me refiero a que no todo lo que yo creo que es normal y bueno, desde mis parametros de estupida normalidad, es interpretado de igual modo por esta persona. Que no soy yo, ni la sociedad en general quien tiene que decidir lo que es mejor para Nadeza, o cualquier otro indigente, que son ellos mismos los que tienen que elegir lo que realmente deseen; el problema viene cuando ni siquiera tienen esa opción de elegir como podrías tener tú o podría tener yo. Otra base normalista es pensar que esa persona está obligada a estar agradecida conmigo, ¿por qué tiene que estarlo? Otra base normalista sería el pensar que yo no puedo hacer nada, que es el gobierno, o el ayuntamiento o la institución "x" la que tiene que solucionarles el problema.

Y vuelvo a repetir que yo no tengo nada de elogiable sólo por el hecho de haber reparado en ella y haberme acercado.

Y sinceramente Bernardo, cuando tienes la ocasión de que te tiren de bruces tu altarito de buena persona, buena ciudadana, y te rascan la superficie, entonces te llegas a replantear muchas cosas. El tipo de ayuda, hasta dónde estás dispuesta a llegar, el por qué de esa ayuda, la reciprocidad del intercambio, qué esperas a cambio aunque no sea nada material, la gratuidad de tus propias acciones, en fin, muchas cosas. Del tema de la ayuda Claudia Lama escribió un buen artículo hace unos meses.

No sé si contesté a tu pregunta o me fui por mis cerros de úbeda, en todo caso estoy abierta al intercambio.

Besos.

Querido Lubi, gracias por leer y entender lo que quería plasmar.

Besos.

Bueno, pues no se quién es Claudia Lama. Y cierto que he leido mal tu frase. En cualquier caso creo entender lo que dices. Ahora bien, si en definitiva, según tú, es Nadeza quien tiene el derecho a elegir donde y como quiere vivir, y ha elegido hacerlo así... Por qué altera eso tus "estúpidas normalidades"; o ¿es que no ha sido esa su elección?
Sinceramente creo que es poco el porcentaje de transeutismo voluntario. Lo que pone de manifiesto esta realidad es un gran deficit social y no tanto personal, como el enfoque liberal ha tratado y trata de poner de manifiesto.

Veamos a ver Bernardo.

Por una parte yo he dicho que tiene tal derecho de elección, o mejor dicho que debería tenerlo, pero en ningún caso he dicho que ella haya elegido estar ahí; entre otras cosas porque desconozco los motivos por los que está donde está, ya he dicho que nuestros encuentros han sido bastante accidentados, no mantenemos largas conversaciones.

Sin duda, Nadeza al igual que cualquier otra persona tiene derecho también a elegir el tipo de ayuda que quiere tener, no toda ayuda tiene que valer por muy buenas intenciones de que se vista, y a veces hay que pagar un precio muy alto por esa ayuda.

Por otra parte decirte que Claudia Lama es una escritoria colombiana de origen judío, aquí le dejo el enlace a dicho artículo:

http://reflexen.blogspot.com/search?q=art%C3%ADculo+sobre+la+ayuda

Gracias por todas su aportaciones y sus insistentes preguntas, a ver que día se anima y constesta alguna de las mías.

Besos.

Hola, Ruth: Conseguí entrar en tu blog y me ha encantado tu forma de expresar aquello que vives y que sientes. Además me siento identificado con tu discurso y sobre todo con la forma de "mirar" sin esperar nada a cambio, ni tan siquiera que el otro cambie, haciendo sólo aquello que todos sabemos hacer: acompañar, "estar", incluso llegar a querer. Sin querer ser más que el otro (tampoco menos). Estar al lado.
Lleva razón Bernardo cuando dice que la mayoría de la exclusión es una injusticia social, que no debe ser tratada individualmente. Pero siempre quedan, después de la injusticia, los "más nadies", los que se han quedado en el vagón de cola. Y no entiendes cómo no quieren subirse. Y no entiendes cómo alguien puede querer dormir entre basura. Yo siempre me contesto que qué algo tan tremendo le ha debido suceder en su interior para seguir queriendo vivir en la indignidad. Y entonces no sirve lo que tú o yo podamos pensar de aquella persona, es él quien ha de decidir, porque él ha tomado una decisión, aunque seguramente muy condicionada. Yo le intento dar lo que no tiene: compañía. Quizás, tal vez, con tiempo él quiera alguna otra cosa que yo le pueda ayudar a encontrar. No perder la esperanza, pero sin esperar.
Un abrazo,
Enrique

Querido Enrique, me alegra mucho tu visita. Tú y Gabriel, y los demás voluntarios tenéis un blog fantástico y hacéis una labor imprescindible, de esas que no tienen tanto reconocimiento, pero mucho más valiosa que otras tantas.

Gracias por compartir puntos de vista, y por esa mano cariñosa que me has brindado.

Un abrazo, nos seguimos leyendo.

Si no me vas a leer no hace falta que te pongas en la lista...

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Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar de manera errónea, es mejor que no pensar....... HIPATIA DE ALEJANDRIA

GRACIAS JOSE ALFONSO

A Ruth Carlino (Viajando al desierto) .6 de Septiembre .Festividad de Ntra. Sra. de las Viñas .

"Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Se paga al nacer, peaje
y todo es peregrinaje,
cada cual con su bagaje
en pos del cierto accidente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Trenet de feria es la vida.
Bien a la vuelta o en la ida,
sobre raíles se olvida
que no es cierto lo aparente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Llega el otro y marcha el uno.
El de acá es más oportunoque el de allá,
no habiendo alguno.
Todo igual es diferente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Quién soy yo; por dónde voy;
cuál será mi destino hoy,
me pregunto, por qué estoy
si al estar, vivo en pendiente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente".

Jose Alfonso.
http://callejadelahoguera.blogspot.com/