Hacía frío aquella mañana en la capital, atrás habían quedado las intensas nevadas del último invierno. El rezagado febrero iba dejando paso a un marzo que tímidamente ofrecía los primeros rayos de sol.
Ibamos juntos andando dejando atrás la enorme fachada de la estación de Atocha, nos dirigíamos al Mueso Reina Sofía, e ibamos hablando tranquilamente del millón de cosas que acostumbramos a compartir. Pronto llegariamos a nuestro destino, pues la distancia entre la estación y el museo era más bien corta. Me encanta ir de museos con él, le apasiona el arte, y para una persona poco entendida como yo en ese área, tener a alguien al lado que te vaya mostrando ese fascinante camino es una sensación muy agradable, es como ir despertando a otros mundos, a otras facetas de nustra vida cotidiana. El pretende que yo "sienta" los cuadros, huye de explicaciones eruditas y clases magistrales, para ir mostrándome poco a poco lo que se escondé más allá de un lienzo, más allá del cuadro en sí, de la interpretación, despertando mi interés por ese arte que llaman abstracto, y que yo hasta antes de conocerle no llegaba a entender.

Nuestra caminata aunque corta está llena de matices que no escapan a la mirada profunda, que hacen que se percate de aquello que late alrededor y que tiene vida propia. Alrededor nuestro encontramos muchas personas que reparten folletos de publicidad, yo las ignoro, no les presto atención, la mirada profunda no se activa en ese preciso insntante, anda demasiado ocupada atendiendo la conversación y procurando que no la aroye un coche; en cambio él alarga la mano siempre que le ofrecen un folleto, sonríe e incluso da las gracias, acumulando tres o cuatro en la mano que sin tan siquiera echarles un vistazo, arroja en la primera papelera que encontramos en nuestro camino.

Esta vez la mirada profunda sí se percata de aquel gesto; le mira interrógativamente, ¿porque los cojerá si no le interesan?, - le interpela, le inquiere-.

Y su respuesta, una vez más, es una lección de la vida cotidiana y del día a día: "es su trabajo, si nosotros no les cogiéramos los folletos no terminarían de repartirlos, y ellos cobran por cada folleto que reparten, y a nosotros no nos cuesta nada extender la mano".

Una lección de empatía, de ponerse en el lugar de esas tantas personas que trabajan en la calle repartiendo propaganda, o en cualquier otro oficio; lidiando con los factores climáticos, expuestos a todas nuestras reacciones, a nuestros estados de ánimo, a nuestras prisas y en la mayoría de casos a nuestro desprecio y a nuestra falta de atención. Y una lección de la importancia de un gesto tan sencillo, como extender la mano.

4 beduinos en el desierto:

Empatía, simpatía, solidaridad... Generosidad, altruísmo... Reciprocidad, egoísmo...

El motivo no importa si el acto genera un bien...

Detalles... la vida...

Un gran abrazo.

Quedan pocos locos.
Benditos locos.
Internos y olvidados en la indiferencia de los cuerdos.
Pobres locos; desgraciados locos, obstinados locos. ¿Quién puede sentir la obra o dialogar con ella?
Solo un loco temeroso que no ha entendido aun de que va esto.
Falaz, pero hermosa, locura o realidad no percibida.
Qué sabemos

Otro gran abrazo para ti Suri, gracias por seguir vagando por este desierto.

Besos.

Ayyyyyyyyyyyy Bernardo, locos y más locos. Pues sí, quizá estemos todos un poco locos, pero esa locura da mayor plenitud a nuestras vidas.

¿Te unes al club de los locos autoreconocidos?

Saludos.

Si no me vas a leer no hace falta que te pongas en la lista...

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Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar de manera errónea, es mejor que no pensar....... HIPATIA DE ALEJANDRIA

GRACIAS JOSE ALFONSO

A Ruth Carlino (Viajando al desierto) .6 de Septiembre .Festividad de Ntra. Sra. de las Viñas .

"Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Se paga al nacer, peaje
y todo es peregrinaje,
cada cual con su bagaje
en pos del cierto accidente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Trenet de feria es la vida.
Bien a la vuelta o en la ida,
sobre raíles se olvida
que no es cierto lo aparente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Llega el otro y marcha el uno.
El de acá es más oportunoque el de allá,
no habiendo alguno.
Todo igual es diferente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Quién soy yo; por dónde voy;
cuál será mi destino hoy,
me pregunto, por qué estoy
si al estar, vivo en pendiente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente".

Jose Alfonso.
http://callejadelahoguera.blogspot.com/