El tren hoy ha salido con cinco minutos de retraso, como cada tarde a las ocho y veinte estás sentada en uno de esos bancos de hierro que adornan la Estación del Norte. Eres una persona de costumbres fijas, siempre buscas un asiento cerca de la ventanilla, siempre en el vagón de cola.
El tren se pone en marcha y tú sacas tu mp3, ese compañero fiel que siempre te acompaña y que comparte hueco en la mochila junto algún libro. Vas observando el paisaje, siempre es el mismo pero tú descubres cosas nuevas muy a menudo, aunque lo recorras dos veces al día siempre lo encuentras interesante. Muy pronto encuentras tu momento favorito del día, la puesta de sol, y te sorprendes al mirar la hora, y darte cuenta de que ya va atardeciendo un poquito antes.



Respiras hondo mientras la música acaricia tus oídos y el sol se va escondiendo entre aquellas montañas de las que no sabes su nombre. Te lamentas al ver los primeros edificios de la cuidad de la próxima parada, porque te impiden ver el fin de una maravillosa puesta de sol. Te encantan los días como hoy cuando el sol es anaranjado y enorme, lo disfrutas con emoción y como siempre te quedas maravillada ante los misterios de la naturaleza al tiempo que te preguntas en que lugar del mundo exacto estará amaneciendo. La sensibilidad del momento te encanta, te estremece y te hace sentir realmente viva, y piensas que un paisaje, como es una puesta de sol, que sigue un curso cíclico y armonioso continuo, puede reportarte momentos de felicidad, qué sencillo es sentirse bien y como a veces se nos complica tanto.

El tren ha parado y como siempre la gente sale en manada, te sorprende la cantidad de gente que trabaja o estudia en Valencia y bajan allí. Muchos asientos quedan ahora libres, es un ritual que se repite día tras día. No has hablado nunca con todos aquellos pasajeros que como tú hacen el mismo trayecto en tren, pero conoces a muchos; son tus compañeros de viaje, gente que ves a diario, sabes exactamente donde suben y donde se apean del tren. A muchos de ellos les has imaginado y en algún caso adivinado sus profesiones y algo de su vida; el chico de los vaqueros azules que durante todo el verano has visto vestido igual y que sólo te sorprende cada día con el color de la camiseta. Te preguntas cuál se pondrá hoy, la pistacho, la naranja, la roja o la azul, no debe tener demasiado armario ropero pero tú lo encuentras interesante. También está sentada en tu mismo vagón la que llamas “la ejecutiva” con su aire de pija. Te encanta lo bien vestida que va, siempre arreglada pero con ese aire informal y juvenil que tanto admiras.


Y así son las historias de trenes, de gente que va y viene a diario, de gente anónima que comparte contigo cuarenta y cinco minutos de viaje, un día, y otro día y otro más, y dónde si falta alguien, de algún modo extraño se nota su ausencia.

8 beduinos en el desierto:

Hola Ruth, Me encanta tu Historia del Tren, no por la Historia en sí misma sino por lo bien Narrada que está...por todos los detalles de los que hablas,...; la verdad es que a mí me deprime cuando van disminuyendo los días y se va haciendo de noche cada vez más pronto y sobre todo cuando disminuye la Luz del Sol. Bonita Historia Amiga. Un Abrazo y Besos.

Y ahora resulta que yo me desplazo hasta Xátiva en antiguo y destartalado ferrobús de sucio grisáceo y pitido ronco, en tanto tú, viajas sobre vía electrificada. Maldita la hora, mis canas muertas, ahora sería difícil el encuentro. Si hubiese sido ayer...
Que desmantelado quede el hierro hasta Quart de Poblet, es metáfora certera de una imposible cercanía. Ni la sorpresa acerca, ya ves...

Gracias Mariaje, por esta visita y por tus palabras bonitas.

Gracias siempre.

Besos.

Quien sabe mi querido Jose Alfonso, los encuentros no dependen de esos maltrechos caminos de hierro, sino de la voluntad que se ponga en ellos.

Si alguna vez caes en esta Xàtiva, la mal llamada "socarrà", y tu hora cae en la mía, y mi minuto en el tuyo, quiza sea posible el encuentro de dos almas errantes en búsqueda de caminos nuevos.

Un gran abrazo.

y también conmueve un poco pensar que yo soy el tipo de la gorra, o el de campera azul... soy un "eso" para los demás compañeros de viaje, en la misma medida en que yo los cosifico a ellos. Gente a la que veo más que a mis tíos y mis primos, y sin embargo tenemos una relación que recién cobra un poco de importancia el día en que dejan de estar, y los extrañamos. o tal vez el día que yo deje de estar.

Gracias Lubi, desde luego que la vida del tren tiene muchas historias anónimas que la componenen, y si aguardas pacientemente, observando cada cosa y cada persona como si fuera única, sutilmente vas creando historias, y esas mismas historias van cobrando vida.

Besos.

Hola Ruth:
Cada día viajo en tren, dentro de la ciudad de Nueva York. Una hora... Una hora y media... Dos horas... Algunos me dicen que si eso no es perder mucho tiempo. Realmente disfruto el tiempo pasado en el tren, pues voy aprendiendo lo que las prisas de este tren de vida no nos permiten aprender.
Gracias por tus escritos que me hacen decir: "Eso era lo que quería decir!".

Querido Yua, disfruta, disfruta mucho del tren, disfruta y observa, deja que te cuente y luego deleítanos con tus palabras y tus líneas.

¿Te fisjaste que las horas también influyen en el tren, en sus pasajeros, en su clima??? Cada pequeño detalle del contexto repercute en la vida del tren.

Besos.

Si no me vas a leer no hace falta que te pongas en la lista...

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Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar de manera errónea, es mejor que no pensar....... HIPATIA DE ALEJANDRIA

GRACIAS JOSE ALFONSO

A Ruth Carlino (Viajando al desierto) .6 de Septiembre .Festividad de Ntra. Sra. de las Viñas .

"Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Se paga al nacer, peaje
y todo es peregrinaje,
cada cual con su bagaje
en pos del cierto accidente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Trenet de feria es la vida.
Bien a la vuelta o en la ida,
sobre raíles se olvida
que no es cierto lo aparente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Llega el otro y marcha el uno.
El de acá es más oportunoque el de allá,
no habiendo alguno.
Todo igual es diferente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Quién soy yo; por dónde voy;
cuál será mi destino hoy,
me pregunto, por qué estoy
si al estar, vivo en pendiente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente".

Jose Alfonso.
http://callejadelahoguera.blogspot.com/