Una enorme cristalera y una calle atestada de tráfico nos separa, ella sentada en el bordillo de una joyería, yo en la mesa de la cafetería donde acostumbro a pasar esa escasa media hora que llaman de descanso. Justo enfrente mío y a su vera, la farmacia con su letrero luminoso que informa de los 27 grados que se registran esa mañana en el exterior. A penas son las diez y media de un día laboral como otro cualquiera.
Fijo mi mirada en ella alejándome de esa mesa donde se discuten temas intrascendentes, donde las quejas son continuas y no sabemos mirar más allá de nuestras propias narices; sin duda alguna ninguno de los que comparten aquel tiempo conmigo se percatan de ella, de la mujer de la acera de enfrente. Ataviada con ropa de abrigo, a pesar del calor, con un pañuelo en la cabeza que deja vislumbrar algunos cabellos grises sueltos, sigue estando allí en aquel sordo ritual que a penas es percibido por nadie. Parece una mujer de edad avanzada, con arrugas en las comisuras de los labios y alrededor de sus ojos, cuya mirada también parece ausente, cansada, y alejada de todo atisbo de esperanza. Alza sus manos pidiendo eso que llaman "limosna", manos completamente agrietadas y descuidadas.
Fijo mi mirada en ella convirtiéndola en el foco de mi atención mientras con cautela voy expandiendo esa misma mirada, para poco a poco ir descubriendo todos los matices del cuadro poco paisajístico que se abre ante mí aquella soleada mañana. Veo gente pasar, algunos con prisa otros más relajadamente; veo mucha gente entrar y salir de la farmacia y algunos pocos de la joyería. La mayoría de la gente parece no percibir a la anciana sentada en el suelo, la indiferencia, la insensibilidad a la que nos hemos acostumbrado, hace acto de presencia en cada persona que pasa por allí. Otras personas la miran de reojo y giran la cara, quizá pensanso que al fin y al cabo ella no debería estar allí alterando el paisaje.
Un hombre de mediana edad, al entrar en la joyería le dió unas monedas, puedo atisbar que casi ni cruzó su mirada con la de ella, quizá sea su modo de aplacar la voz de la conciencia, esa voz que cada vez nos habla menos. Mientras tanto ella apenas levanta su cabeza del suelo en esa pose humilde como creyéndose incapaz de mirar a nadie a los ojos.
Llama también mi atención una mujer anciana, encorvada y poco areglada que al salir de la farmacia también le ofrece unas monedas, pero esta mujer también desconocida le aprienta la mano, un gesto sencillo, casi imperceptible pero que a mí me llega a estremecer.
El chasquido de unos dedos cerca de mi oído, me hacen volver a la mesa mientras una voz masculina del que está sentado a mi lado, me increpa preguntandome cuán emocionante es el trabajo de la "mendiga". Bajo la vista diluyéndola ahora en un espeso café, casi frío, al que le he dado mil vueltas con la cucharilla. Sin duda para él y para el resto sólo es una mendiga o pordiosera de origen búlgaro o rumano; para mí sólo un ser humano.
Aprovecho hábilmente el que uno de mis compañeros se haya dado cuenta de mi observación, para preguntárles sincera y directamente qué opinan del pauperismo. La peliroja dice que debía estar prohibido en la vía pública, y vuelve a desviar su mirada como no dando importancia a tal tema. El que se sienta a mi lado me responde que dar limosna a los mendigos es fomentar la mendicidad, y qué estas personas no quieren trabajar, que les es más cómodo pedir limosna. Ahora la mirada profunda se posa sobre sus ojos con una interrógativa; ¿de verdad crees que esa persona de ahí enfrente prefiere estar ahí sentada, elige estar donde está? Su respuesta afirmativa y contundente me hace sentir de nuevo, una vez más, fuera de lugar, alejada de todas sus ideas; porque aún teniendo parte de razón, la mirada idealista prefiere abogar por otro tipo de sistemas sociales, de valores humanos, que hagan que una persona no se vea abocada a estar donde no quiere estar y a vivir de un modo infrahumano.
La mujer sigue allí sentada mientras nosotros volvemos al trabajo. Su presencia a mí no me molesta, la acojo como a cualquier ciudadano más si realmente elige ese tipo de vida. Pero quizás ella no quiera estar allí, quizás ella preferiría estar trabajando y teniendo una vida de esa que llaman "normalizada". Mientras tanto la indiferencia del Ser Humano sigue rondando en mi cabeza............

11 beduinos en el desierto:

Ronda en tu cabeza y en mi cabeza ronda, que todo es baile al son de músicas negras.
Se aproxima una gaita; una mujer en un pellejo con brazos de palillo reseco y mano extendida. Cierro los ojos. Le digo que no: que sólo tengo cera; que si quiere cera mía, y me envía a la mierda, maldiciéndome, escupiendo en mi cera; sin entender el dolor de mi cera teñida de amarillo tiniebla, al verla, al calor de su rostro agrio y despectivo. Qué culpa tiene ella.

Un beso, Ruth.

Gracias Jose Alfonso por pasarte por aquí y ofrecernos tus profundas letras, concebidas sin duda de otra de las tantas miradas profundas que pueblan este planeta.

Abrazos.

Más de una vez me he pregunto como es posible que los mendigos siempre estén tan abrigados. Al principio pensaba que era por el frío de la noche a la intemperie, que se mete en el cuerpo y que su solo recuerdo te deja helado. Ahora pienso que también es el frío del alma, el de la soledad, el de la humillación y el de la vulnerabilidad. No sé cual es peor, supongo que los dos.

Creo que nunca podría humillar o sentirme mejor persona que un mendigo. Pensándolo bien, si ellos son víctimas de sus debilidades, yo soy víctima de las mías. Puede que sean diferentes, y puede que yo sepa disimularlas con mayor habilidad, pero eso no me hace mejor.

Ni que decir tiene que me ha encantado tu entrada. Esa habilidad tuya de elegir el tema y de acercarte hasta sentir el alma ajena como si fuera propia, me emociona. Relatando lo que vives, eres única. No pares...

No sabes cuanto agradezco tu palabra y tu compañía. Un gran abrazo.

Gracias Suri por estar siempre recargándome las pilas e inyectándome ánimo en dosis elevadas, gracias por animarme a seguir escribiendo.

Besos.

Un saludo

Desde hace unos meses, yo y otros dos amigos, estamos llevando a cabo un proyecto. Dicho proyecto consiste en la elaboración de una comunidad literaria independiente, un rincón en el que cualquiera pueda expresarse y de cualquier forma: relatos, poesía, etc. La idea de la que surgió y de la que aún se sigue sustentando, no es solo esa expresión, anteriormente mencionada, sino el mestizaje: que lo que yo escriba puede servirle a otro de aprendizaje o si más no, pueda aportarle alguna idea y viceversa. Por ello, les invito a todos aquellos que quieran participar en la redacción a que envíen un mail a lagacetademedianoche@gmail.com, citando el correo electrónico de la cuenta blogger, a la que deberá enviarse la invitación.

Atentamente,

El Gato Negro

ruth, gracias por esa mirada tan "sacudidora". Gracias por sentarnos a esa mesa de café, mirarnos a los ojos y preguntarnos (preguntarME) qué es lo que veo cuando veo cuando veo a esa y a tantas personas como ella.
Pero también qué hacemos y qué podemos hacer los que estamos más cerca tuyo en la mirada. ¿qué hacemos?
un abrazo

Ok, gato, ya sabía lo de tu autopromoción estandard.

Querido Lubi, tu pregunta tan profunda como mi mirada: ¿Qué hacemos?

Es fácil pensar y decir que no podemos hacer nada, que no está en nuestras manos. Pero mi idealismo me lleva a pensar que siempre habrá algo que podamos hacer, aunque ese algo parezca insignificante o simplemente paliativo. También hay que tener en cuenta que muchas veces queriendo hacer algo que consideramos ingenuamente "lo correcto", acabamos metiendo más la pata y humillando más si cabe a la otra persona. De ahí la importancia de las letras de Jose Alfonso.
¿Qué damos cuando damos, y como lo damos?, ¿Cómo conseguir la empatía a la hora de ofrecer ayuda? Hace unos meses leí unos artículos excelentes, cuestionando nuestra "ayuda",en los blogs de Claudia Lama y Carolina Garcia. Les recomiendo su lectura.

Un Abrazo Lubi.

sí, también pienso que las salidas rápidas son o la "pilatos" de lavarnos las manos porque no podemos hacer mucho, o criticar al estado o a los organismos que tienen la responsabilidad oficial y no hacen mucho. Una parte de hacernos cargo de la cuestión es la que vos planteás: charlarlo en las mesas, mirarnos y hablar sinceramente, y el que es tan cara dura como para decir que cree que efectivamente esa persona no trabaja porque no quiere, pues que se exponga, que todos los sepamos y que podamos hablar y decirnos, y construír, y proponer e intentar caminos pero no de a uno, o dos, o sí pero para empezar, y sigamos charlándolo, y preguntándonos por qué esto si o aquello no. sin dejar de reclamar a quienes tienen la responsabilidad pero si no intentamos cargarnos un poco con el dolor de estos y tantos costos de nuestra comodidad (porque la laptop que te comprás o la televisión plasma, o el teléfono móvil de última generación la pagás vos con tu trabajo y ellos con su exclusión) entonces entramos a un callejon sin salida.
Perdón, me calenté con el tema y arranqué.
Un abrazo

Que bueno Lubi que te calentás y que te arrancás.
Eso es lo que yo busco, gente crítica y reflexiava, capaz de mirar para ver. Anhelo ese intercambio, esa comunicación que me ayude a ver más, a comprender otros puntos de vista y a aprender. Una comunicación significativa, no la intrascendente de -"qué buen día hace hoy"-. Pero parece que hoy en día el ser humano anda demasiado ocupado en sus cosas trascendentes e intrascendetes, como para querer ocuparse y debatir sobre otros temas más profundos; da la sensación de que eso es demasiado quebradero de cabeza.

Tengo suerte de que a mí me lea gente con ganas de aportar sus ideas y fomentar dicho intercambio. No me gustan los comentarios de -qué bonito escribes, o qué bien te quedo-, eso no me enriquece como persona.

Tampoco me gustan los monólogos, pienso que sin comunicación no hay vida.

Gracias a ti y a todos, por ofrecerme vuestras peculiares miradas profundas a la par de ayudarme a construir y reconstruir la propia.

Por cierto Lubi:

Un gran abrazo.

Si no me vas a leer no hace falta que te pongas en la lista...

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Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar de manera errónea, es mejor que no pensar....... HIPATIA DE ALEJANDRIA

GRACIAS JOSE ALFONSO

A Ruth Carlino (Viajando al desierto) .6 de Septiembre .Festividad de Ntra. Sra. de las Viñas .

"Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Se paga al nacer, peaje
y todo es peregrinaje,
cada cual con su bagaje
en pos del cierto accidente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Trenet de feria es la vida.
Bien a la vuelta o en la ida,
sobre raíles se olvida
que no es cierto lo aparente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Llega el otro y marcha el uno.
El de acá es más oportunoque el de allá,
no habiendo alguno.
Todo igual es diferente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente.

Quién soy yo; por dónde voy;
cuál será mi destino hoy,
me pregunto, por qué estoy
si al estar, vivo en pendiente.

Percibo que, de repente,
conmigo viaja la gente".

Jose Alfonso.
http://callejadelahoguera.blogspot.com/