A menudo viajo hasta aquella playa, cuando el sol languidece en el horizonte y sus destellos van siendo absorbidos por un mar en calma que lentamente hace mecer las olas con su dulce vaivén. Sentada en la orilla me dejo bañar los pies por el agua salada que va y viene acompasada; entre tanto, deslizo mis dedos por la suave arena dibujando surcos. Es ese el momento especial en el que reina la calma, en el que el alma inquieta se concedió una tregua, en el que la visión captó la más bella de las imágenes y la más sutil de las emociones. Es ese momento en el que la mirada profunda se concedió un respiro para observar la belleza de la puesta de sol en una tarde de verano, sin tan siquiera preguntarse por el misterio que envuelve todo el universo. Una visión con un solo retorno, el del mar de la tranquilidad.
Raramente me pierdo en las tardes de puesta de sol sin buscar otra expectativa, sin buscar a la persona desamparada, sin buscar unos ojos llorosos anhelando un mínimo consuelo, raramente desconecto de todas esas personas que reclaman ayuda a gritos ante oídos sordos. Pero son tardes como esta, en las que sientes la necesidad de aislarte, cuando decides bajar hasta tu playa y refugiarte en ella, para enconcntrarte a ti misma, sin otra pretensión que no sea dejar que las olas bañen tus pies y que el sol se retire a alumbrar a otros continentes. Dulce tarde de puesta de sol que me hace perder en mi playa desierta mientras una bandada de estorninos hace acto de presencia para deleite de la mirada cansada.
Y allí, sola ante mi yo, dejo de hacer preguntas para escuchar afinando el oído; esta vez no se trata de escuchar el barullo de la vida, sólo el acompasado ritmo de mi respiración, y de ese modo, algunas respuestas lejanas se acercan amablemente por los surcos de mi mente, allí sin ninguna presencia y con la presencia mágica del universo entero, en plena simbiosis con mi mundo interno; solo en tardes como estas, respiro esa fragancia que el mundo me regala.
6 beduinos en el desierto:
¡Caray, Que Bien escribes Muchacha...yo soy incapaz de escribir esas cosas y describir esas imagenes,...bueno tal vez sea porque yo no tengo la suerte de saberme aislar de todo ese barullo de la vida como tú le llamas...
¡Enhorabuena Ruth!. Un Abrazo Amiga.
hola guapa
como estas corazon
te dejo mil besitos
y tu escrito bien guay
Mariaje, sólo es cuestión de ponerse, a veces hasta nos sorprendemos de lo que sale. Pero eso sí, primero hay que sentir, luego escribir.
Abrazos.
Luna, gracias por tu cariño.
Besos
Suave… como las olas de un mar en calma… destilado a fuego lento, reparando en los detalles y en ese sin fin de momentos… Un viaje al interior de uno mismo para buscarse y perderse… Un encuentro con el mar en la playa, aunque no hay mejor playa que la que se encuentra en nuestra propia alma. Por eso el mar lo llevamos siempre a cuestas… para no perdernos… para encontranos…
Alabo tu capacidad expresiva, Ruth, y admiro la belleza de lo que escribes. Y esa valentía de ser tu misma y de desnudar el alma.
Un gran abrazo, querida amiga.
Gracias Suri por ser un oasis en mi desierto.
Y recuerda, tú también escribes muy bello y no dejas indiferente a nadie.
Besos.
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